De nuevo en Nueva York.

La primera sensación que uno tiene al llegar a JFK, y una vez pasadas las nuevas y más rápidas colas de inmigración, es el caos. Desorden en la zona de recogida de maletas, de autobuses y taxis, de tráfico. Definitivamente, voy a tener que dejar de pensar en Tokio durante unos días o NY me va a caer mal.

Tras la odisea de la recogida en el aeropuerto, check-in en el hotel, y a pasear (si me tumbo, no me levanto hasta mañana).

La zona de Union Square tiene encanto, y aunque no entramos en Max Brenner, tomamos un té en Cosí y directos a Forbidden Planet para ojear comics y merchandising, y luego a The Strand, mi librería favorita. Podríamos haber pasado el resto del día allí, pero decidimos dar un paseo por Broadway (por cierto, ¿qué hacía un contenedor de Hidrógeno en medio de la calle?).