El miércoles fue un día de locos. Reuniones todo el día.

Por suerte, hubo un rato para pasear. Así que nos fuimos a Akihabara.

Aquello ya no es la meca de la electrónica (pues esta se ha extendido a todas partes), pero sigue siendo espectacular y ruidoso.

Luego nos fuimos otra vez a Shibuya. Cada vez que paseamos por allí, descubrimos miles de cosas nuevas, como la tienda de sombreros Bossio. Para cenar entramos en un encantador sitio llamado Tsuki No Shizuku. Ambiente japonés, cuidado pero desenfadado, y excelente comida japonesa. Además tenían un sistema que hace ya mucho tiempo que pienso que deberían haber adoptado los restaurantes de todo el mundo: un botón en la mesa, conectado con el centro de control de los camareros, y así si quieres algo aprietas el botón y vienen. Se acabó el buscar al camarero, llamarlo, que no venga…

Jueves último día, pues el viernes toca avión a primera hora. A ver si da tiempo a encontrar relojes de TokyoFlash.