Llevo en Tokio desde el sábado 12, y a parte de trabajar, me lo estoy pasando bomba. La pena es que por unos días no coincida con el Tokyo Game Show. Lo curioso es que esta semana hay consejo de una empresa en EEUU de la que soy consejero, y me lo pierdo por estar aquí… y la semana que viene viajo precisamente a EEUU.

El mismo sábado, tras una siesta en el hotel para combatir el jet-lag, fuimos al altar de Shiba Dai Jingu para ver el festival, pero ya había acabado. Así que nos dirigimos al centro para cenar… pero se puso a llover con tal intensidad (violencia, diría yo) que terminamos cenando soba en el primer restaurante que pudimos entrar… y fue un excelente acierto.

Por lo general, y más al gustarnos la comida japonesa, está resultando un viaje gastronómicamente delicioso.

Al día siguiente, recorriendo los pasos de mi última visita, para ir a lo seguro como primer día, empezamos por ir a Madarake (catedral del otaku), y paseando por la calle Takeshita. Parada en Daiso, y al parque Yoyogi comiendo por el camino unas bolitas de pulpo de un puesto callejero. Esta vez no había grupos tocando (la mayoría ya habían recogido), pero sí bailando rock-and-roll, con sus tupés, coreografías… un espectáculo, que es de lo que se trata.

Por cierto, lo que triunfan no sólo son las motos custom, sino los scooters estilo manga (¿alguien sabe si se pueden conseguir en España? yo quiero uno):

Por la tarde paseo por Omote Sando, con parada obligatoria en MoMa Design Store (me encantan los Munin), visita completa a Kiddy Land, y cena en la calle con delicias compradas en el Tokyu Food Show. Mención a parte merece el lujo, cuidado y diseño con que envuelven el alimento más simple, especialmente sus deliciosos dulces (tan poco conocidos en occidente).

Ayer lunes, tras una larga reunión de negocios con el director de Philips Japón, pudimos visitar el templo Sensoji en Asakusa, con sus miles de tiendecitas, y sus restaurantitos típicos. Comimos noodles en un sitio pequeñito y encantador, y nos hubiese gustado mucho tomar el té en una tetería tradicional muy recoleta, pero acababan de cerrar.

Luego nos fuimos a Shibuya.

Esta zona es el centro de la vida nocturna del Tokyo joven. De hecho entramos en un concierto de 4 bonjour‘s parties (crean una atmósfera genial), Ken Kobayashi (etoo… está realmente verde pero le acompañaban unos músicos con mucha fuerza) , y Samishi Cowboys (el bajo toca para Blue Men Group, y el guitarrista escocés es todo un espectáculo… pero lo del cantante sex-symbol y su “ramalazo” era verdaderamente fuerte) , en el curiosamente llamado Chelsea Hotel (que no es un hotel).

Mañana más.