La llegada a Dhaka ha sido como esperaba, me recuerda a la India (para eso son vecinos).

Inmigración: lentísima, aunque sin problemas.

Maletas: caos enorme. Primero los monitores que dicen que las maletas de mi vuelo salen por la cinta 1 y la 2. Aunque hay tanta gente que no puedes ver ambas cintas a la vez. Luego un cartel que dice que por la 1 salen las maletas de turista y por la 2 las de primera, lo cual termina siendo falso. Y para terminar, el agente de aduanas me pide un papel que por el motivo que sea en el avión no me han dado (como generalmente hacen, quizá porque estaba dormido), y aun así me deja pasar, y ni siquiera he de poner la maleta en el escaner como los demás.

Fuera me espera el chofer del hotel y el guía (da gusto cuando vienen a recogerte sin haberlo pedido, sólo por su sentido de la hospitalidad). Salimos por la puerta VIP (menuda diferencia de gente, cola, coches, controles, militares…), donde hay coches de lujo, algunos de Naciones Unidas. Curioso.

De camino al hotel, las vistas típicas. Igual que en la India. Caos, congestión circulatoria (los coches se hablan a claxonazos), pobreza… me comenta el chófer que tras la guerra con Pakistan, todas las infraestructuras (y monumentos) quedaron destruídos, y pese a que han pasado décadas, sigue igual. Tienen esperanzas puestas en el nuevo gobierno (un cambio tras 30 años, por fin), pero ya se sabe…

Lo que está claro es que cosas que a un “occidental” le llaman la atención se pueden ver en cualquier momento, como este niño que va en el tren subido al techo

o transportes públicos antiquísimos y abigarrados hasta los topes

Ir a una reunión de trabajo justo después de más de 12 horas de vuelos, sin descansar ni un segundo, no es lo más aconsejable. Pero me ha ido muy bien, y el contrato ya lo tengo firmado. Mañana espera otro día de trabajo a tope (de 7:00 a 21:00) pero cuando uno viaja tan lejos intenta aprovechar el tiempo a tope para estar fuera de casa (lejos de los suyos) lo menos posible.

Ahora una ducha (por lo menos el hotel da gusto, pues pese a que sus días de esplendor parece haberlos dejado atrás, las flores y frutas frescas en la habitación, agua embotellada gratis, zapatilla y albornoz, la piscina, y muchos otros hace que tenga los detalles de un gran hotel), y a “pasear” (es un decir, porque casi no hay aceras, el tráfico es densísimo, y no parece lo más aconsejable andar por ahí solo). Así que contrataré un chofer/guía/intérprete, y a experimentar la ciudad más de cerca. Mañana os cuento.