He tenido el “privilegio” de recorrer de punta a punta el aeropuerto de Dubai. Que sea espacioso está muy bien, pero aquí uno puede perder con facilidad una conexión un poco corta como no tenga suerte con las puertas de embarque.

Como mi conexión era de las larguitas, he decidido probar la sala VIP votada “mejor del año 2009”: la DCA Business Lounge en la Terminal 1. La verdad es que esperaba otra cosa. La decoración es mediocre, el trato del personal también, los servicios también (aunque eso sí, con crema hidratante, duchas, y máquina limpiadora de zapatos), la prensa muy escasa… pero de repente he descubierto por qué le han dado el premio: el bufet de comida más espectacular de cualquier sala VIP en las que he estado, y que puede competir de tú a tú con el bufet de cualquier hotel de lujo. Ni lo describo porque me entra hambre otra vez, y si como un trocito de baklava más, exploto. Pero desde croissants que deben de traer del Paul de la Terminal 2 (¿recuerdas Miami?) de lo buenos que están, hasta almejas a las finas hierbas, aquí hay de todo y está buenísimo. Así que ya saben: lo que conquista al viajero de negocios, no es el la infraestructura tecnológica, la decoración, o el servicio. Parece ser el estómago. Ahora, eso sí, cuando ha empezado a sonar el rezo musulmán (como si es cristiano, teologías no, gracias) por los altavoces, me he salido… para encontrar que sonaba por todo el puto aeropuerto. Y luego me preguntan por qué me gusta más Europa o el Lejano Oriente. Respeto las culturas, no las religiones (y menos las alienantes e intransigentes).

Al llegar a Munich he descubierto que la chica que me ha facturado el vuelo en Kolkata me ha hecho una putada (sin saberlo, supongo), una de Jaimito.

Resulta que voy a Munich, via Dubai. Allí paso una noche y una mañana, y luego vuelo a Valencia. Como es menos de 24h, lo han considerado “conexión”, con lo que me ha facturado la maleta directamente a Valencia. Pero como no me ha dado la tarjeta de embarque a Valencia, sino las de Dubai y Munich, pues ni he comprobado ni he preguntado. Así que al llegar a Munich, ver que mi maleta no salía, y reclamar, me dicen con estupor “pero si la tiene facturada hasta Valencia”. Les pido por favor que la recuperen, pero no pueden hacer nada hasta mañana. Y para entonces ya estaré jodido, porque esta es la situación: en la maleta llevo la bolsa de aseo, y la ropa (aunque me he olvidado la chaqueta, llevo la americana, camisa de manga larga, etc); y voy en camiseta (en Kolkata hacía más de 30° C, pero en Munich hace 5° C). Me compraría encantado un abrigo, es la “excusa” perfecta, pero las tiendas están todas cerradas a esta hora.

Bueno, es lo que tiene viajar. Te van pasando cosas curiosas (como que la máquina expendedora de tickets de metro no acepta billetes de 50€, y para encontrar cambio a esas horas de la noche, me ha costado casi una hora… para luego darme cuenta de que aceptaba tarjetas de crédito). Si no quieres que te pasen estas cosas, no salgas de casa, me digo siempre. Por supuesto soy de los que le gusta viajar, y esto es lo que tiene. Pero si cojo pulmonía, ya sabéis dónde la cogí 😉

Es una pena que me tenga que ir a dormir directamente, porque Munich es una ciudad “bonita para ser alemana”, pero mañana hay que madrugar, y con todo este lío se ha hecho tardísimo.