Exijo acción. Y hay que comenzarla por uno mismo. No podemos hablar de reorganizar la sociedad, la economía, la educación, la política… si no nos reorganizamos a nosotros mismos. Y esconderse en un “yo soy así” o “esto es inconsciente” (o peor aun en los genes), sin por ello obviar su importancia y peso, es un error y una cobardía.

Hay que invertir la fórmula de Freud: el inconsciente es lo que debemos producir, produzcámoslo o, de lo contrario, nos quedaremos con nuestros síntomas, nuestro yo y nuestro psicoanalista. (…) Producir el inconsciente no es fácil, no puede hacerse de cualquier manera, con un lapsus o un chiste, ni siquiera con un sueño. El inconsciente es una sustancia que hay que fabricar, situar, hacer circular, un espacio social y político que hay que conquistar. Una revolución es una tremenda producción de inconsciente, y no hay mucho más en ella, y eso no tiene nada que ver con un lapsus o un acto fallido. (Cuatro propuestas sobre el psicoanálisis, p. 88 – Deleuze)