Ya me ha pasado demasiadas veces en este viaje. Así que “tengo” que postearlo.

Estoy que trino. Hasta las narices del trato de favor que recibo en estas latitudes.

En el aeropuerto de Dhaka, el policía vigilando la cola de control de pasaportes, me dice que pase al frente de la cola de emigrantes y locales. Le digo que gracias, pero me quedo en mi sitio. No me gusta que se me cuelen, y no me gusta colarme. Es una cuestión de respeto. Además me sobra tiempo, para variar. Pues bien, el hombre ¡me coge suavemente del brazo, y me empuja al primer lugar de la cola!. Ya aprendí en EEUU que si un policía te coge, no debes hacer nada más que obedecer… o ponerte el casco 😉

Luego, en el avión de King Fisher, la azafata me pasa a primera por un problema con la bandeja de la comida ¡que experimenta todo el mundo por igual!

En los hospitales que visito en Kolkata, me dicen que pase directamente, y a mi amigo indio le obligan a pasar por el arco detector de metales, le cachean, y le abren el maletín.

Como estos, montones de ejemplos.

No es que quieran agradar y dar servicio al cliente, o al turista. Es más bien un servilismo heredado de la época colonial, que junto al trato arrogante y despectivo que la mayoría de turistas y sobretodo ejecutivos extranjeros que veo por aquí dan a los nativos, hace que realmente se sientan inferiores. El sistema de castas perpetuado en pequeños detalles.

¡Basta ya!

Si quiero que me den un trato especial (restaurante, hotel, avión, sala VIP, lo que sea), pagaré por ello. Y si otro paga lo mismo, que le den el mismo trato.

La igualdad de derechos, de trato, de oportunidades… es fundamental para una convivencia en sociedad. No digo ni defiendo que vivamos en sociedad, o en convivencia. Pero si lo hacemos, hagámoslo bien.

Aunque también hay que reconocer que indeseables como el que llevaba al lado en el vuelo de Kalkata a Dubai (dos whiskys nada más subir, rudo con la azafata, más rudo con su mujer y su bebé… con todos menos conmigo, pues con el primer gesto le he dejado claro que no le aguantaría su mierda, fuese quien fuese) hacen que quien se comporta con un poco de cuidado y respeto es lógico que reciba un trato de favor. Aunque no siempre sea así en esta sociedad que idolatra la apariencia, las marcas, el estatus, el dinero… por encima del mérito y la persona.

Hablando de lo cual, me he puesto a reflexionar sobre el conjunto de sentimientos que este personaje ha despertado en mí. No soy un “broncas”, pero he estado esperando una provocación para hundirle sus feos dientes de un codazo. ¿Es tánatos o eros en funcionamiento? Podría parecer obvio, pero hay que indagar en las motivaciones, en los orígenes, y sobretodo en la expresión (y/o represión) de la voluntad individual, para poder llegar a una conclusión informada. Woody, ¿me recomiendas un psicoloco? Y me temo que en mi caso (y por mucho que hace tiempo que he creído que era al revés) eros ha seducido a tánatos. Tendré que celebrar mi propio Diwali 😉