Leo en el suplemento del Financial Times del fin de semana pasado que pese (o debido) a la crisis, el 66% de incremento de ingresos del 2002 al 2007 fue a parar al bolsillo del 1% más rico. En 2007, ese 1%, además, acumula el mayor porcentaje de ingresos desde que se siguen las estadísticas: 1928.

Según los datos publicados por el Center on Budget and Policy Priorities, recopilados y analizados por los economistas Thomas Piketty (de la Paris School of Economics) y Emmanuel Saez (de la University of California Berkeley), durante los mencionados años los ingresos (ajustados a la inflación) de ese 1% crecieron 10 veces más rápido que los del 90% más bajo.

Hay que acabar con la injusticia, la desigualdad, la concentración… pero no se puede hacer desde el sistema que lo potencia y lo premia, pues son resultados naturales del mecanismo básico del “capitalismo de libre mercado”: se basa en la ignorancia e ineficacia de los mercados. Así que tenemos que acabar con el capitalismo, y de paso con la democracia representativa (y antes de que se tiren de los pelos o me tachen de utópico, lean un poco de historia, y un poco de filosofía política, y se darán cuenta de que no sólo existen alternativas teóricamente viables, sino que se han puesto en práctica en multitud de latitudes y en diversas épocas históricas, funcionando de maravilla, hasta que la apisonadora “capitalistadelibremercado” las masacró).