Creo que ya he hablado con anterioridad del libro “The Paradox of Choice: Why More Is Less”, del profesor de psicología Barry Schwartz (a veces llego a pensar que porque algo está en mi cabeza, instantáneamente llega a mi blog).

No le faltan oponentes y críticas, pero hay una cosa cierta: hay que estar preparado para afrontar “demasiadas opciones”.

Conozco a alguien en cuya vida se abre una oportunidad que podría parecer maravillosa para prácticamente cualquiera: con recursos suficientes, dedicarse a lo que quiera, viviendo donde quiera. Y automáticamente el fantasma de las “demasiadas opciones”, seguido de la defensa patológica del “reduccionismo agresivo” hacen acto de presencia.

Entonces, el simplificar, que no el reducir, muestran la verdadera esencia. Lo que importa. Lo que uno desea, o anhela (según el caso). Mirando hacia delante, no hacia atrás. Mirando hacia dentro, no hacia el otro. Mirando desde fuera, no desde dentro. Sintiendo más que pensando. No es impulsivismo, es fluir. Pero para fluir hace falta un conocimiento profundo, y sobretodo SINCERO de uno mismo. No coartado por el miedo, la costumbre, la convención, o el mensaje del entorno interesado.

Ni siquiera con recetas externas (zen, meditación, rezo, sutras y mantras) se llega a ello. Es una actitud, un camino. Es la esencia de la libertad: sinceridad, valor y sobretodo VOLUNTAD.