Viajar da para mucho, o poco, según lo observador que se sea.

En una reciente conversación con la mujer más interesante que tengo el gusto de conocer, salió el tema de la cohesión social de un modo ligero, cual trabajo de antropología de campo amateur.

Las diferencias socio-culturales de los distintos “pueblos” son obvias hasta al observador más primitivo. Es, de hecho, uno de los comentarios más comunes entre los viajeros. El analizar el posible origen de dichas diferencias ya no es tan común. Pero el que ello derive a un debate sobre las fuerzas de cohesión social, y su conveniencia o no para mantener un orden o estructura social, es definitivamente muestra de apasionamiento filosófico del tipo que me hace perder la cabeza.

La religión, decía la tesis de mi compañera, era un innegable factor de cohesión social, incluso muchos pensadores actuales reclaman, con mucha nostalgia y un punto de rendición, el regreso de esta funcionalidad. Alexis de Tocqueville lo reivindicaba como una necesidad para el mantenimiento de la sociedad democrática. Muchos, como Comte, Marx, Engels, o Feurbach, a raíz de los descubrimientos de Darwin, identifican a la religión como un lastre con la mera (alienante y peligrosa) función de consuelo y compensación. Frazer, Morgan y demás funcionalistas proponen sustituirla por la ciencia. Durkheim por la división del trabajo. Habermas, Foucault, y otros darán nuevas vueltas de tuerca a esta vieja cuestión.

Pero un factor más que considerable en este debate, que sólo recientemente parece ser frecuentemente mencionado, es la naturaleza de esa “sociedad” que se pretende “cohesionar”, e incluso la evolución del concepto de “cohesión”.

Por no repetirme, ya expuse mi tesis en la charla del Hackmeeting de la Casa Invisible de Málaga de octubre de hace un par de años. Nodos, de una red, que fluye, se adapta, se recompone, sin estructuras rígidas, ni factores externos de cohesión, sino una voluntad plena y consciente de todos sus componentes, que no dependen de una red en particular, sino de su voluntad, para establecer su identidad ni sus vínculos.