“Derrida” (entre comillas, como le gustaba), o más bien su pensamiento, parece atractivo. De entrada, nos impacta, nos hace reflexionar, nos mueve a la acción, a la de deconstruir, supuestamente para luego construir.

Pero si se analiza bien tanto la figura como su obra y pensamiento, uno llega a la conclusión de que él mismo cae en uno de sus famosos double bind. Me recuerda a los neocons más ultraconservadores, que piden la libertad de mercado más absoluta: ¿cómo puede un conservador abogar por la libertad de lo que sea? Simplemente: para evitar “fuerzas” que les “quiten” el control, aunque sean regulatorias, aunque sean por el bien común, aunque sean consensuadas o sensatas. Se trata de egoísmo por miedo.

Pongamos un ejemplo simple que encontramos en ‘ This Is Not An Oral Footnote’, dentro de Annotation and Its Texts, ed. Stephen A. Barney (Oxford University Press, 1991) p. 203: comenta que si viésemos en un graffiti “Sé libre”, nos estaría diciendo lo que no podríamos nunca hacer, porque si somos libres obedecemos al texto, y por lo tanto no somos libres.

Y yo me pregunto en qué cúmulo de mierda filosófica occidental nos hemos metido cuando un concepto como el expresado anteriormente no nos lleva a criticarlo instantáneamente. Estamos tan imbuidos de la dualidad causa-efecto, de la linealidad del tiempo que no lo vemos con lo simple que es: si “soy” libre, no es porque me digan, porque obedezca, porque lea… “soy”. La libertad no es algo que se pueda imponer.

Como este, hay mil ejemplos en su provocativa obra. No niego su papel como agitador de la frecuentemente amuermada masa de filósofos y pensadores, pero tomarlo en seria consideración es ejemplo de estar tan perdido en endogámicas pajas mentales propias de un discurso y ambiente reducido, reduccionista, y viciado, que dan ganas de salir corriendo.

La “verdad” se hace aparente si se abre la mente, el espíritu y el corazón. No postulo por la sustitución de la filosofía por el chamanismo, pero sí por la apertura, la hibridación, la exploración, la construcción (aunque nos lleve por caminos que nos inquieten y no nos garantizen un destino). La iconoclastia y rebeldía porque sí no es más que demostración de miedo e impotencia. La pleitesía y el servilismo no son más que una horrorosa falta de espíritu crítico.

Piensa. Siente. Critica. Se fuerte. Atrévete a equivocarte. No tengas miedo. Se libre de verdad: sigue a tu corazón, no los dictados de las estructuras (ni internas ni sociales, que tanto se aferran al miedo como guía). No porque yo, ni nadie, te lo diga. Sino porque tú eres tú y tienes la responsabilidad de ser honesto/a contigo mismo/a.

Y si a alguien le parece pretencioso que se me ocurra criticar de esta manera a Derrida, a los que se hacen pajas mentales endogámicas, o a los que van de iconoclastas y rebeldes cuando es el miedo lo que les mueve… jajaja, me parecerá perfecto.