Puede que me precipite, pero cuanto más leo a Deleuze, más me gusta (aunque lo suyo sería llegar a otra conclusión, para ser coherentes con su pensamiento, claro, pero por otra parte, llego a mi propia conclusión, y de eso ser trata).

Centrado en el poder cuestionador de la vida, y recalcando siempre la importancia de “convertirse”, no de “ser”, es típico de post-estructuralistas de finales del siglo XX como Derrida y Foucault. Estos respondían al statu quo de la fenomenología y el estructuralismo. La primera, postulada por Husserl y Heidegger, quería analizar el saber rechazando sistemas anteriores y centrándose en la apariencia o fenomenología. La segunda, generalmente asociada con Saussure, pretendía analizar los sistemas a través de sus estructuras. Por supuesto, los post-estrcuturalistas sostenían que no es posible alcanzar el saber a través de esos métodos. Lo cual, lejos de dejarnos de nuevo sin sustento filosófico, aduce Deleuze, nos da la oportunidad de transformar la vida.

El pensamiento es inestable, vale, pero ¿por qué aceptar convenciones, valores, y normas? No es que no deban existir, es que podemos crearlos, modificarlos, ajustarlos…

En vez de aceptar lo que creemos que es, en vez de dejar en manos de la psicología y el psicoanálisis la descripción de la mente, aboga por el esquizoanálisis.

Es una ética del amor fati: amor de lo que es. No la búsqueda de la verdad, o la justificación de la creencia.

Pero eso conlleva algo muy importante: ya no basta con criticar o sentirse decepcionado (por la falta de certezas, o por los engaños). Hay algo productivo, positivo y liberador en el poder del pensamiento.

Constantemente imaginamos que hay una verdad, una interpretación, de todo lo que hacemos y experimentamos, esperando ser aprehendida, revelada, analizada y comprendida (lo que Deleuze y Guattari llaman interpretosis). Es la invención de la verdad lo que produce sacerdotes-maestros (los que “nos llevarán a la verdad”) o ascetismo (renunciamos a nuestros deseos y nos esclavizamos para alcanzar ideales más elevados). Lo que concluye en nihilismo en cuanto entendemos o creemos que esa verdad o esos ideales más elevados no existen o no pueden ser alcanzados. En vez de eso, tenemos que empezar a entender que somos el resultado de las interacciones entre nosotros y el mundo. El poder, la elección, es nuestra. No vendrá de fuera.