Banksy Simpsons en YouTube

y desde el inicio (ver vídeo, pasados los primeros 40 segundos) es rompedor. ¿O no?

Que la 20th Century Fox permita transgresiones al statu quo no es nuevo. Pero que lo haga pese a que la crítica va dirigida a un sistema de la que forma parte, y empleando su propia imagen como centro de esa crítica sí parece rompedor.

Sin embargo, que el sistema permita la transgresión, la crítica, el inconformismo, no es sino otro de los mecanismos de defensa que tiene, y uno de los más sutiles y maquiavélicamente eficaces: la asimilación.

¿Crees que puedes cambiar el mundo por pasear una tarde de domingo con mil personas más sujetando una pancarta con un lema tan blando como “acabemos con la pobreza YA” (nótese el enorme énfasis revolucionariamente transgresor que transmite ese “YA” en mayúsculas, indica una impaciencia amenazadoramente presionante)? ¿Acaso ver en unos dibujos animados la crítica supuesta contra aquellos que los hacen y que luego engrasan las ruedas del consumismo patológico anuncia un cambio, el inicio de una transformación?

“Pesimismo pernicioso”, así definirán algunos al mensaje de crítica de la crítica como mecanismo de transformación y evolución. Pero, por supuesto, no estoy de acuerdo.

La capacidad de crítica no es tanto una medida de apertura del sistema, o una demostración de que sus elementos (individuos, ciudadanos, pacientes, etc) poseen la capacidad para cambiar nada. Es más bien un mensaje de detección de desviación: desviación del ideal, de lo anhelado, de lo supuesto, de lo que se oferta.

Por supuesto hay que tener capacidad crítica, pero no hay que confundirla con capacidad de queja, de pataleo. La crítica necesita de reconocimiento de la situación, de análisis, de detección de fallo, y sobretodo de propuesta de cambio, arreglo, mejora. Sin ello tenemos un juicio sin sentencia. Un callejón sin salida. Y eso es precisamente lo que el sistema quiere: alivios que no lleven a ningún sitio, que sigamos siendo “elementos funcionales”, que puedan desahogarse sublimando da igual si con el fútbol y la prensa rosa, la meditación y el rezo, el porro y el sexo, las manifestaciones y los blogs (lo cual todo ello en sí mismo está muy bien, pero no como sustitutivo de la verdadera implicación, no como alivio y evasión, no como alienación). Lo que no quiere el sistema es que participemos de una solución, un cambio, una evolución. En todo caso nos aporta sustitutos y espejismos para la experiencia de la participación constructiva (elecciones cada cuatro años, representatividad, polarización…).

Revolución “ya”. La crítica está clara. Tenemos abundante e incluso excesiva. Demos los siguientes pasos.

No importa lo que hagas, sino que lo hagas. Pero sé consciente de las consecuencias, que sobran mártires y faltan ideólogos con capacidad práctica, y ten valor para decidir tu/nuestro destino.