Mi boda en Nueva York
Ha sido un día especial, porque Ana y yo nos hemos casado. Pero en esta semana en NY hemos hecho muchas más cosas. Aquí va un resumen:
• Llegamos el jueves 28 de octubre con Iberia/American Airlines (prefiero Lufthansa, AirFrance, o British, pero es la combinación que nos encajaba mejor) via Madrid. Viaje sin incidencias. Nos hospedamos en el histórico y céntrico Waldorf Astoria, en las Waldorf Towers.
• El viernes 29 de octubre, llevamos el cinturón de Ana a la tintorería para que lo arreglasen y el lunes estuviese bien para la boda. Luego fuimos al Clerk‘s Office (Marriage Bureau) para recoger la licencia de matrimonio, y así podernos casar el lunes. Reservamos la peluquería y la limusina, e imprimimos las entradas del concierto del sábado. También fuimos a Bloomingdale‘s, a Memoire Liquide, a que nos preparasen un perfume personalizado para Ana y otro para mí. Era una sorpresa especial que le quería dar, para que el recuerdo lo asociase a un perfume especial. Una forma de llegar directamente a la amígdala del hipocampo, y quizá al inconsciente. El suyo lo llamamos “coucher de soleil dans le jardin” y el mío “Force Douce”. Michel Jean Baptiste, es un encanto. Pese a que no pudo tener los perfumes a tiempo antes de regresar a España, nos dio un montón de muestras de nuestros perfumes, que nos durarán lo suficiente, hasta que nos envíe los definitivos (en forma de roll-on).
• El sábado 30, pasando primero por una interesante tienda de té, fuimos al Spa de Pratima (la autora de un libro sobre Ayurveda que compró Ana) donde Ana pasó consulta con Pratima, sobre alimentación, piel, etc. Al salir le recetó un montón de píldoras y complementos nutritivos. ¡Parecemos una farmacia ambulante! 😉 Espero que le vayan muy bien, pues ella es muy disciplinada y constante y seguro que sigue las recomendaciones al pie de la letra. Comimos en Bread (debe estar de moda, porque estaba a tope pese a que era tarde para los yankees), y nos fuimos a la tertulia que estaba programada antes del concierto. El problema es que la tertulia había sido aparentemente cancelada y no nos habíamos enterado. Así que nos tomamos una infusión en el Lincoln Center mientras esperábamos ansiosos que empezase el concierto que había originado todo este viaje: Anthony and the Johnsons. Por supuesto el concierto, Anthony, y la extraña proyección, no nos decepcionaron para nada. Pero el hecho de que entrase gente entre canciones (cuando a veces no había casi pausa entre ellas) y algún que otro móvil que sonó nos pareció inaudito. Al acabar el concierto la gente se quedó tomando su chic copa de vino, y nosotros nos fuimos a cenar a un restaurante indio llamado Sapphire. Bordamos el día regresando al hotel en un coche de caballos. La manta que dan genera tanto calor que no molesta el frío de Manhattan de noche.
• Domingo 31: día de museos en el Upper East Side: Guggenheim, y Whitney (donde adquirimos una obra original de Jim D‘Amato: Abstractions). Comemos en un sitio mediocre (3 Guys) y paseando por Central Park vamos de tiendas buscando un abrigo para Ana. Compra uno muy gracioso en Runway Soho (pero no sirve para la boda), así que seguimos a Duffy‘s, Gabay‘s, Barneys, Filene‘s Basement, Century 21, Change of Season, Forever 21, TJ Max, Maxwell‘s… (y nos dejamos unas cuantas, como Amacord, Burlington Coat Factory, Vintage Thrift Shop, Clothingline, etc). Al final compra uno muy bonito y elegante con gran alivio en Kenneth Cole. Cenamos en el mejor restaurante chino de Manhattan: Mr. K‘s en Lexington Avenue. Aun así, no llega a la altura de un buen restaurante japonés.
• Lunes 1, BODA: a primera hora salimos hacia el salón de Garren. Mark (muy simpático y con un tattoo muy chulo en el brazo) la peina, luego Lynette la maquilla, y también le hacen la manicura. En el taxi de vuelta al hotel recogemos el cinturón. Nos vestimos (pero qué guapa y elegante está mi chica, que pronto será mi mujer). Paul viene al hotel, y vamos con la limusina a recoger a su mujer Jill. Llegamos al City Clerk‘s Office, es un circo (gente de todo tipo). Nos casamos en una muy breve ceremonia, con su correspondiente beso de película. Ya con todos los papeles salimos, y decidimos ir al hotel a cambiarnos. Quedamos con Paul y Jill en que ya vamos a cenar con ellos el miércoles, más tranquilos y relajados. Cenamos Ana y yo en el precioso Buddakan tras pasear un poco por Chelsea Market, decorado por Halloween.
• Martes 2: Imprimimos las entradas del musical de esta tarde y nos vamos al Consulado a que nos registren el matrimonio, pero resulta que han cambiado las normas, y ahora lo tenemos que registrar nosotros mismos en España. No sólo eso, hemos de conseguir el certificado con apostilla de la Haya (cosa que haremos mañana, porque hoy es día de elecciones y cierran muchos estamentos públicos). Vamos al Metropolitan Museum y nos pasamos allí el día. Hacen falta muchos días para verlo con detenimiento. Al salir vamos a Broadway, a ver el musical Fela!. Cenamos en un mediocre restaurante italiano cercano. Por desgracia el frío limita mucho la espontaneidad.
•Miércoles 3: Toda la mañana “invertida” en papeleo. Primero conseguir el certificado de boda con firma original en el City Clerk‘s Office, luego a la Corte Suprema de NY a que nos notaricen la firma, luego al Departamento de Estado a que nos la apostillen… pero por fin lo tenemos todo en regla. Además solicitamos las partidas literales de nacimiento online a los registros de Valencia y Málaga, para que al llegar esté todo preparado (solo que el de Málaga falla, con lo que habrá que recogerlo en mano cuando vayamos). Por la tarde vamos al New Museum of Contemporary Art. Pequeño pero con interesantes propuestas. Eso sí: el arte contemporáneo está permeado por la palabra. Eso hace que Ana no lo pueda disfrutar tanto. Además la tienda está llena de libros interesantísimos sobre arte. Motivación extra para que mejore su inglés ¡como si le hiciese falta más motivación! Comemos en la tetería de Moby (Teany) y cenamos con Paul y Jill en el excelente Megu.
• Jueves 4: Día de MoMA. La cola es enorme, y bajo la lluvia, pero merece la pena. El museo está a tope, lo que hace que no sea muy disfrutable que digamos. Un roce en la comida acerca del pan nos amarga la tarde, pero la tienda, llena de cosas interesantes, nos vuelve hacer sonreír. Cenamos en el Bull & Bear del hotel, porque llueve y hace frío. Conversaciones de poder. Ambiente conservador. Definitivamente no lo que nos gusta, pero de nuevo el frío como limitante.
• Viernes 5: pasamos por la Apple Store, pero no les queda el ordenador que quería. Además, otro roce pone amargor a la mañana. En Sony compramos el libro electrónico que quería regalarle a Ana (luego va y me dejo el cable en el avión, pero nada más llegar a Valencia, salgo raudo y veloz a El Corte Inglés y compro otro para que pueda disfrutar de él el fin de semana, aunque no sea imprescindible, pero la felicidad e ilusión de mi mujer son muy importantes para mí). Por suerte todo va bien en el viaje de vuelta. Cansados pero al fin llegamos a casa. El problema es que Ana está resfriada, y no se encuentra bien. Pero yo, su marido, la cuidaré. Siempre.
• Quedan para el próximo viaje: boda estilo Quaker (mirarse una hora a los ojos sin decir nada) en la Biblioteca Pública de NY, paseo en helicóptero, jazz en el Blue Note o el Iridium, ver tocar a Woody en el Carlyle Cafe, galerías de arte, restaurantes (River Cafe, Spice Market, JoJo, Daniel, Danube, Indios…). NY, we‘ll be back 😉