Todos sabemos de dónde vienen los superhéroes/superheroinas: de un accidente que cambia sus vidas (radiación, la picadura de un superinsecto, etc), o del espacio exterior. Algunos, como Batman o Rosach, no necesitan ni siquiera eso: son humanos “normales” con mucho entrenamiento en lucha y combate.

Pero eso se refiere a su cualidad fisico-técnica. ¿Qué hay de la psicogénesis? ¿Qué hace a un superhéroe actuar como actúa? ¿Cuál es la esencia del héroe?

A parte de superhéroes de propaganda con una cruzada ideológica (Capitán América, El Capitán Trueno, etc), esta es la receta para la mayoría de ellos:

Por un lado hace falta una creencia de que puede y debe cuidar a otros, mediante culpa o carga moral. Esto puede venir por un trauma infantil (que cayese sobre él/ella, o así lo sintiese, la responsabilidad de cuidar de un adulto o de otro/s niño/s, a una edad en la que no estuviese preparado ni pudiese), o por una educación “misionera”.

Por otro lado un motivador poderoso. Generalmente es la venganza, pero hay otros como el amor, hacer “el bien”, etc. Obviamente para la venganza sólo hace falta recibir una agresión y/o traición lo suficientemente devastadora; y para el “amar” o “hacer el bien”, una especie de “consciencia exterior” (como SilverSurfer, Superman, etc).

También influye una educación utilitarista (“el fin justifica los medios”, “por el bien común”, etc), tan común en los países occidentales anglosajones protestantes.

Además, hay que evitar “dependencias” y “conflictos”, con lo que una personalidad solitaria facilita las cosas (aunque estos conflictos dan mucho juego a los guionistas).

Por último, un punto de psicosis (psicótico, no psicopático o psicópata) es imprescindible para poder ir por la calle con los calzoncillos de lycra y colores llamativos por fuera 😉

Pero al final, todos acaban mal. A ver si aprendemos a dejar la mentalidad de superhéroe, que arrastramos desde tiempos inmemoriales. La Ilíada de Homero nos presenta al héroe Aquiles, con su cólera divina, que es elevado a la categoría mítica y sobrehumana por Estacio; y la Biblia está plagada de épica tras épica de hombres, por cierto que no mujeres, que muestran el atributo que define intrínsecamente al héroe o superhéroe: el sacrificio.

Repetid conmigo: todos somos “sagrados”, “importantes”, “necesarios”, “hermosos”… Sí, hay que tener consciencia de grupo, de especie, de comunidad, pero desde que los Homo Sapiens (Cro-Magnon) acabamos con los Neandertales, no hemos sabido reconciliar el valor del indivíduo con la vida en grupo. Supongo que las grandes aglomeraciones, los recursos escasos, la neurosis derivada de la cultura, etc, no ayuda. Pero ¿para qué queremos cerebros tan potentes y plásticos, y ciencia tan avanzada, si no sabemos convivir con nosotros mismos?