La gota, transparente, sobre el mármol blanco.

Frío sobre frío.

El destello de luz llega a mí. Me llega.

¿Sale de dentro, se posa encima?

Sé que es un reflejo, pero es hermoso.

Y ahí, en ese preciso momento, es cuando cruzamos la línea, cuando la divinidad deja de ser una aspiración, y nos absorbe. Nos arrastra. Nos traspasa.