Su éxito muestra que la humanidad termina por asquearse de la especie humana. No estamos ya en el “malestar en la cultura” denunciado por Freud, sino en la evidencia de un impasse creciente. El “sálvese quien pueda” es general. A la hora en la que la globalización del capitalismo exacerba el individualismo, la competencia, el cada uno por las suyas, se adorna la naturaleza, la animalidad con una dulzura imaginaria. Se aspira a un comunismo primitivo autoritario, bajo la forma de un tribalismo casi vegetal.

Entrevista concedida a Le Point (París, 2010)