Este viaje a San Francisco podría definirse como cuasi-onírico. Desde su motivo (ninguno en especial) hasta su sensación (de tiempo detenido, de no estar en ningún lugar), ha sido como estar en una nube.

Se inició el lunes 4, con el típico atracón de madrugones y vuelos (mención a parte merece la imposibilidad de escoger asiento, y la mala suerte de estar en el pasillo central, que por suerte luego se pudo cambiar). A la llegada, dejar las maletas en el hotel, y pequeño paseo por los alrededores, para intentar acoplarse al jet-lag. Cena en un estupendo aunque discreto restaurante japonés que había justo en la acera de en frente (Akiko‘s), y a dormir.

El martes 5 fue el día de Chinatown. Con sus puertas de entrada justo en la esquina al lado del hotel, fue sencillo pasearlo. Tienda tras tienda tras tienda, intercalado con alguna tetería-almacén de té, restaurante, y actuación callejera de música tradicional china por ancianos que parecen contar su edad en siglos, el paseo en línea recta culminó en el Pier 39: un centro comercial mimetizado perfectamente con un puerto de pescadores. Las vistas de Alcatraz, las gaviotas, los leones marinos, o el Golden Gate no consiguen hacer que uno olvide que se trata de un lugar orientado a turistas. Por supuesto, el regreso al hotel fue via tranvía.

El miércoles 6 llegó sin sorpresa ni regalo, para variar. Directos al Golden Gate Park, primero a  visitar la exposición de Balenciaga en el Museo de Young (y la colección permanente, claro), y luego a pasear y sacar fotos en el precioso Jardín Japonés, con su preceptivo té. Por desgracia el viento y el frío eran excesivos como para poder disfrutar de un entorno tan apacible. Eso sí, no fue óbice para continuar el paseo, esta vez por Haight Ashbury, lugar de nacimiento del movimiento hippie, reducido hoy a una multitud de comercios alternativos y alguna que otra iniciativa (como el Peace Café) de mantener vivo el espíritu de aquello condenado a ser engullido. Desde pequeñas chorradas en Cheap Thrills hasta la comida en Bia‘s, o la excelente tienda tibetana Tibetan Gift Corner, allí se puede encontrar de todo. Como culminación sublime, el mejor restaurante vegetariano que he probado en mi vida: Millenium.

El jueves 7 fue el día partido por la mitad: por la mañana el Asian Art Museum, y por la tarde disfrutar del espectáculo Quidam de El Circo del Sol (con aventura para el regreso en autobús nocturno desde Daly City, ya que increíblemente no había ni un solo taxi a la salida).

El viernes 8, vigésimo aniversario del estreno de Eduardo Manostijeras, hubo Exploratorium por la mañana, comida en el estupendo eco-vegetariano Greens y Museo de Arte Moderno (SFMOMA) por la tarde. A última hora un té en Samovar en el Yerba Buena Gardens. La cena en el Taj Campton Place fue el toque de lujo que siempre termina colándose en cada viaje.

El sábado 9 fue el “día grande”: tras el masaje en Kabuki Springs and Spa, Japantown mostró todo su encanto en el Festival de las Flores de Cerezo. Con la excepción de la comida en DOSA, un restaurante indio, el resto de la jornada fue sublime: desde los puestecitos callejeros (como el de Sumofish, a quién compré una divertida camiseta) al concierto de Taiko, pasando por las tiendas del Nihonmachi Mall (como la librería Kinokuniya con los libros de Kodansha o la inciensería Asakichi), y sobretodo la gran sorpresa del Artist Village and Bazaar Bizarre Vol. 4 de New People.

New People es una genial tienda variada de cosas de diseño, kawaii, bizarras… pero lo mejor es que en su edificio (donde también está el VIZ Cinema, que proyecta películas japonesas en VOS) y montan eventos como este. Allí, en sus puestecitos y espacios variados, estaban desde ilustradores y artistas (como Nan Hockin, Cody Vrosh, Eunjung June Kim, Binary Winter Press, o el genial Martin Hsu una de cuyas obras ya ha pasado a la colección privada 😉 hasta tiendas del nivel de sou•sou (mis nuevos proveedores oficiales de zapatos). Por supuesto, sin energía para seguir la velada en Yoshi‘s, la cena sólo podía ser de nuevo en Akiko‘s.

El domingo 10 fue el día del regreso.