No se puede pedir que un político sepa de economía. Para eso contratan a economistas. O los nombran en sus gabinetes “Ministro de esto” o “Subdirector general de aquello”. Pero supongo que por ello mismo, no los escuchan. Porque los economistas sí se dan cuenta ¿no? ¿De qué? Pues de que la obsesión con fabricar, con la producción industrial, es tan antigua y demagoga que da pena. No hacen falta sesudos análisis para darse cuenta de que subsidiar y subvencionar sectores “tradicionales” por sus empleos o producción económica es un suicidio económico. Y mientras, al fragmentado sector servicios sólo le dan titulares y premios con la boca grande de “sociedad de la información” bla bla bla.

Mejor que lean “The Evolving Structure of the American Economy and the Employment Challenge” de Michael Spence y Sandile Hlatshwayo del Council of Foreign Relations, que de “Employment Challenge” aquí tenemos lo nuestro.