[Actualización: El Premio Nobel Thomas Steitz denuncia que las farmacéuticas cierran sus investigaciones sobre antibióticos que curan porque prefieren producir fármacos que han de tomarse toda la vida] Las grandes farmacéuticas son uno de los conglomerados más dañinos para la humanidad del siglo XXI. Culpables de grandes crímenes, desde desarrollar fármacos que traten síntomas crónicos, pero no que curen (como denuncia el premio Nobel de Medicina Richard J. Roberts en esta entrevista), hasta dar de lado a una cura contra el cáncer por no resultar rentable. Pero lo más maquiavélico de todo es contemplar cómo “inventan” enfermedades con, no sólo el beneplácito, sino la ayuda (pagada, eso sí) de médicos y asociaciones médicas. Todo ello de un modo completamente ajeno a las leyes de la competencia. Todo esto está hasta reconocido públicamente por ejecutivos de la industria (como el Dr. John Rengen Viarpen), e incluso el ex-director de medicamentos de la Organización Mundial de la Salud (quien ha recibido amenazas y palizas por defender los genéricos). En realidad, con un poco de prevención, higiene, comida sana, vida relajada, y placebos, la necesidad de medicamentos se reduciría al mínimo. Pero nos gusta la solución rápida, envasada al vacío, servida en dosis… porque obviamente la evolución no es suficiente.