Esta noticia que me envía Ana sobre la responsabilidad del gobierno japonés en un contagio masivo de hepatitis, lleva automáticamente a la reflexión sobre la responsabilidad del administrador público.

El gobierno nipón asumió su responsabilidad en los contagios de esta enfermedad que se produjeron entre 1948 y 1988, durante la campaña de vacunación. Deberá pagar millones de dólares en indemnizaciones, y para ello subirá los impuestos

¿Por qué ante la responsabilidad, los administradores públicos (de Japón, y del resto del mundo, que aquí no se libra casi nadie) se arropan el manto de “público” y pagan las multas con impuestos, y no van a la cárcel…, pero a la hora de los privilegios (sueldos vitalicios, dietas, gastos, chófer, secretaria, despacho, plaza de parking exclusiva en suelo público, jubilaciones millonarias, vuelos en primera, etc, etc) son “personales”?

Y la pregunta que es todavía más curiosa ¿por qué no nos rebelamos ante estas constantes injusticias, estos descarados abusos? Somos un rebaño individual inconsciente de nuestra fuerza colectiva.