Hace tiempo un compañero en la universidad me contó que en muchos lugares de África no existen palabras para actos sexuales o determinadas zonas anatómicas, al considerarse un tabú. Eso hace que los voluntarios que pretenden transmitir educación e higiene sexual tengan que emplear métodos que nos resultarían cómicos, como objetos, gestos, etc.

Una vez uno de ellos les intentó enseñar el uso de un preservativo colocándoselo a una escoba, mientras les explicaba: “esto es para que no os contagiéis enfermedades”. Por la noche vio en la puerta de las chozas del poblado escobas con preservativos, como una especie de totems que guardaban contra los espíritus de las enfermedades de transmisión sexual.

Pero ese tipo de absurdo relacionado con el cuerpo y el sexo lo podemos encontrar en cualquier cultura y sociedad. Por ejemplo, en casi todos los EEUU es ilegal ir desnudo por la calle, pero mucho más curioso y triste que eso, son las excepciones, como la de Burlington (Vermont) donde es ilegal desnudarse en público, pero legal salir de casa desnudo, o San Francisco, donde es legal ir desnudo, pero mientras no se moleste a nadie (y la desnudez se considera motivo de molestia).

Si no comenzamos a aceptar y comprender nuestros cuerpos, deseos, atracciones, estética, fisionomía… de una forma sana y natural, no podemos pretendernos avanzados y evolucionados sólo porque llevemos un iPad… para taparnos “nuestras partes”.