El domingo 9 de octubre salimos hacia NY. Viaje sin contratiempos ni anécdotas. Llegamos, dejamos las cosas en el hotel (con su espectacular lounge del ático que no nos dio ni tiempo de visitar), y nos fuimos a cenar (todos los restaurantes visitados, aquí). Sin exagerar, desde el lunes 10 hasta el martes 18, prácticamente todo el tiempo estuvimos buscando pisos, visitando pisos sin agente, reuniéndonos con agentes inmobiliarios, recopilando información para el alquiler del piso… y lo primero que nos dimos cuenta es que sin un teléfono local, era todo mucho más difícil. Nota para mi próxima vida: alquilar un teléfono nada más llegar al aeropuerto si he de hacer algo así de nuevo (y si es posible, con datos, para ver mails, mapas, etc). Otra cosa que hizo falta hacer fue el abrir cuentas bancarias (savings y checkings, tanto de empresa como personales). Hubo que ir 3 veces, porque faltaban papeles, números de identificación, etc. Pero al final lo conseguimos. El principal problema de los pisos es que empezamos buscando “un imposible” (por libre, bueno, bonito, barato… ¡y en Manhattan!). Cuando nos dimos cuenta que hacía falta un agente, y luego que había que subir el límite de precio, ya habíamos pasado casi la mitad de los días disponibles. Además hubo alguna que otra “interrupción”, como tener que visitar a un interesante potencial cliente el viernes, o reunirse con el abogado de inmigración en el espectacular Mandarin Oriental Lobby Lounge(Columbus Circle) el lunes.

vistas desde la ventana del comedor

Comparado con alquilar apartamentos, la oficina fue sencillísimo: como teníamos claro que queríamos la energía y flexibilidad de un espacio de co-working, visitamos varios. Primero Projective Space, que nos gustó bastante, pero estaba ya lleno. Luego General Assembly, que aunque está muy bien organizado, transmite un cool de fórmula, casi forzado. Green Spaces no nos gustó (ambiente sombrío, aislado, silencioso…). Pasamos por WeCreate (daba pena), y fuimos un par de veces a DogPatchLabs, que no estaba mal, pero como no pudimos reunirnos con Matt, terminamos decidiéndonos por NewWorkCity: un espacio muy cool, con energía, flexibilidad, donde se respira un ambiente lúdico, bien ubicado… ¡perfecto! (si no fuese porque el abogado de inmigración dice que nos hará falta un “contrato de alquiler de espacio físico”, así que igual hay que contratar una segunda oficina). Ahora, asumiendo que todo va bien, a aclararse con el puzzle traslado-compra de enseres y muebles. PD: Por lo menos pudimos visitar el MoMA (siempre se siente uno en casa allí).