Ir a mi oficina en Times Square en metro es una aventura en sí misma, y no por el divertido ejercicio de esquivar oleadas de gente, sino desde los mismos túneles, que me fascinan (quizá porque hay un mundo de estaciones abandonadas, gente marginal, y demás de lo que no se suele hablar)

hasta lo que uno encuentra en las estaciones: música (desde la señora de la sierra, hasta YouBredRaptors), promociones (desde un vehículo acorazado en la estación de reclutamiento de la salida de la calle 42, hasta los personajes de Barrio Sésamo deseándote felices fiestas)…de todo.

Pero estos días son de los pocos en los que el ritmo de trabajo baja, y uno puede dedicarse a otras cosas, como sacarse el carnet de la Biblioteca Pública de NY (la sede del edificio Schwarzman, en Bryant Park -donde las colas para patinar sobre hielo son realmente largas- es mi nuevo paraiso), hasta buscar un gimnasio con piscina (como siempre, opciones muchas -Equinox, Reebok Club, 24hr fitness, etc-, pero uno bueno, bien situado, y que no cueste el salario del mes… eso es otra cosa), pasando por un concierto de Jazz cerca de casa (Aaron Goldberg en el Jazz Standard, que está a 3 calles… todos los demás clubs buenos están en el Village)… ¡hay tanto que hacer y descubrir en esta ciudad!

Eso sí, he comenzado un nuevo hábito: mirar la predicción meteorológica por horas, pues de que haya sol y no llueva (aunque haga 7 grados) a que esté lloviendo, con -1ºC y viento, hay mucha diferencia… y eso que el verdadero frío aun no ha comenzado.