Mientras camino hacia mi oficina, veo un anuncio que me pone enfermo (de hecho veo varios, pero este en particular apunta a algo que no es el consumismo-sexuación-exceso al que tan peligrosamente nos estamos acostumbrando).

El anuncio dice “Convierte el ahora en recuerdos”. ¡¡Menudo error!!

Ahora es ahora. Ahora tiene que ser ahora. Ahora debería ser ahora. Ahora ha de mantenerse ahora.

Cuando intentas “convertir el ahora en recuerdos”, te pierdes el verdadero ahora. Como esos padres que se llevan la cámara al partido de sus hijos, graban todo… y luego se dan cuenta de que no han visto o disfrutado del partido porque estaban preocupados con “capturar todo” a través de un pequeño visor o pantalla. Como esos amantes que incesantemente sacan fotos de sus amad@s, quedándose en la superficie, perdiéndose la verdadera belleza (interior), la de cada gesto, mirada, actitud, palabra… o como esas falsas sonrisas en grupo “una foto para Facebook” (generalmente adolescentes, pero no siempre) en el bar, agrupándose apretujados, mostrando gruesas capas de maquillaje, y largas filas de dientes apretados (más que sonrientes).

[No hace falta leer a Adorno, Lacan, Danto, Munro, Nietzsche, Benjamin, Ortega y Gasset, Santayana, Schiller, Schopenhauer, Margolis, Kant, Hume, Heidegger, Hegel, y compañía para ser crítico con la mirada. Sé que lo entiendes]

Hay valor, y necesidad, en guardar, en poder revisar, y particularmente en poder compartir. Pero no lo convirtamos en el centro de todo.

Vive. Ahora.

Disfruta. Ahora.

Siempre es AHORA.