El lunes me reuní con el Director de Tecnología de una de las mayores administraciones públicas en Washington DC.

Su oficina era sorprendentemente pequeña y funcional comparada con las grandes y palaciegas oficinas gubernamentales de Europa. Un buen recordatorio de cómo la burocracia europea y el gasto de la propia administración nos está ahogando. Pero lo que me llamó la atención más fue el mayor cuadro en su oficina: no era Obama, un diploma, una foto familiar, una bandera… era esto:

Ojalá los funcionarios europeos (particularmente Españoles, y particularmente Valencianos) fuesen tan sensibles y conscientes de las realidades y límites que deberían estar siempre presentes en su desempeño.