La Japan Society me ha invitado al concierto de L‘Arc~en~Ciel en el Madison Square Garden esta noche.

L‘Arc~en~Ciel es una banda de rock japonesa formada en 1991 en Osaka. El grupo ha vendido más de 13 millones de albums, y 16 millones de singles. Actualmente están en un tour mundial (obviamente esta noche en NY), y para sus conciertos de Londres y Jakarta ya han vendido todas las entradas y su concierto en NY ha sido mayor de lo esperado.

Dado su sonido JPop-rock, no es de extrañar que el Madison Square Garden estuviese casi repleto de japoneses, aunque había más que adolescentes, como las “respetables mamás” en sus 50s, 3 filas delante de mí, que no podían parar de agitarse, reir y cantar, o el tipo junto a mí, que había acudido con su mujer, que esperaba pacientemente el inicio del concierto leyendo manga en su iPad.

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El concierto fue técnicamente impecable (con fuegos artificiales, enormes pantallas, vídeo y animación, todo tipo de luces, etc). La música fue… ¿cómo podría describirla? Desde un punto de vista occidental, la mezcla de ritmos (techno, latin, metal, rock, pop…) era casi insostenible, las letras (no es que entienda japonés, sino las versiones inglesas de un par de canciones en inglés) eran terribles en su aparente simpleza (supongo que “ready, set, go! never lock [sic] back” significa más en japonés, pero…), y la voz de Hyde (que impresionantemente gritó 3 canciones sin para antes de respirar) iba desde agudos falsettos a lo Abba hasta oscuros gruñidos grunge-metal. Y sin embargo, de alguna manera, todo se sostenía sorprendentemente bien.

Pero más allá de los casi pueriles (o quizá no, dado la audiencia presente) de escandalizar por parte del bajo Testsu(ya) con las bananas y los chupa-chups, o la casi cándida carta anecdótica leída por Ken el (estupendo) guitarrista sobre un regalo de Monopoly, el Museo Americano de Historia Natural y la película Una noche en el museo, el verdadero shock del concierto fue Hyde (Hide) mismo.

A parte de su apariencia física (con unas imposibles trenzas rubias y ojos azules con maquillaje de perfil de ojos, y la cara más manga que he visto nunca) y su atuendo (la casi típica mezcla de abrigos largos, mangas sueltas, chalecos, sombrero pamela, collares y otros ornamentos tan asociados al personaje popular japonés romántico-oscuro), sus movimientos sinuosos estilo Bon Jovi y su “baile” tenían un toque femenino, sin mostrarle para nada como afeminado o ni siquiera andrógino.

En definitiva, una noche de disfrute de choque cultural.