El pasado sábado fui al MET por el simposium “Miguel Angel y su mundo en los 1490s”. Presentado por alguno de los mayores expertos en Miguel Angel, se expuso cantidad de información sobre este excepcional artista. Algunas de las curiosidades que aprendí: 

  • Fue un pintor y falsificador excepcional y precoz: a los 12 años ya estaba falsificando pinturas (que ahumaba para que parecieran más antiguas) para la iglesia, por eso su padre lo metió en un estudio de arte a los 13, pese a que la edad mínima eran los 14. 
  • Tuvo una “factoría de arte” (lo siento Andy o Damian, pero el llegó primero), diseñando y a veces pintando los “grandes éxitos” (de los que se pintaban habitualmente más de 20 ó 30 copias y versiones).
  • Fue el primero en salirse del “realismo” en el color: a menudo pintaba “bloques de color” para darle a la obra fuerza y dramatismo.

Conocí a unas cuantas personas, para hablar de una investigación que estoy haciendo sobre la obra de Miguel Angel (ya hablaré de eso dentro de unos meses) y me fui al metro. De camino vi en una iglesia una frase que siempre he considerado interesante, más allá de por los motivos obvios (cada cual que llegue a sus reflexiones):

Dios dame serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, la valentía de cambiar las que sí puedo, y la sabiduría para distinguirlas.

Me gusta contraponerla a esta otra frase:

Debemos aceptar aquello que no podemos cambiar, y cambiar aquello que no podemos aceptar.

Así que me fuí al Madison Square park. En frente, en Worth Square, hay un montón de puestos de comida (Madison Square Eats, hasta el 1 de junio), uno de los muchos festivales de comida callejera de NY que aprecen por todas partes en cuanto el tiempo es bueno, como el que estamos disfrutando ahora mismo. Cogí unos arancini y casatta (el lobster roll y canoli otro día), crucé al parque, y disfruté de la comida al fresco con ardillas por todas partes.