El jueves fui a 319 Scholes para asistir a la inauguración de “Collect the WWWorld: The Artist as Archivist in the Internet Age”.

Más allá de la anecdótica multitud de post/pre hispters, la exposición en sí misma es una triste celebración de ruido. Lo que, en sí mismo, es un punto de partida tan válido, o no válido, como cualquier otro en el inacabable debate sobre el arte (y más si nos referimos a contemporáneo, electrónico, net, etc).

De nuevo bajo la falsa impresión de que el arte, tiempo, espacio, y similares son recursos limitados. ¡No lo son! Y no lo son porque nosotros mismos, nuestro espacio, nuestro tiempo, nuestros cuerpos, nuestras mentes, son de hecho limitados, y por lo tanto, cuando ponemos en contexto y perspectiva todos esos otros conceptos subjetivos sobre cuya escasez basamos nuestras interacciones, se convierten en ilimitados a la luz de nuestra propia finitud.

Así que no celebres el ruído como abandono a la inabarcable de lo inalcanzable. No te escondas tras el ruído como forma de escapar del inevitable vacío. Abraza tus propios límites, y trabaja para expandirlos. Florece en la incertidumbre, seguro de que lo externo no te podrá definir.