Del 13 al 16 he estado en Seúl, para recoger el premio bronce Mejor Empresa Internacional del Año (International Business of the Year Award).

Pero hubo mucho más que egos inflados, contactos empresariales y relaciones públicas en ese viaje:

Aquí va una lista de anécdotas, lugares y otras curiosidades:

El aeropuerto internacional Incehon de Seúl tiene un cine, pista de patinaje sobre hielo, wifi gratis, estación de tren/metro, y ha sido elegido como el mejor duty-free del mundo. Y en cuano aterrizas te das cuenta de que Seúl está llena de pantallas (hasta para en librerías), teléfonos Samsung y coches Hyundai y Daewoo.

La primera noche hice lo que suelo hacer cuando viajo, particularmente si voy solo: perderme por algún callejón y encontrar un buen restaurante local, lejos de las trampas para turistas. Fue divertido, particularmente los “noodles danzarines” (mira la galería para ver un vídeo), pero toda esa comida barata, aventurera y deliciosa tiene un precio: el menú sólo estaba en coreano, y terminé cenando arroz con marisco picante, y cuanto más repetía “no-spicy please” (“que no pique, por favor”) más picante me lo hacían.

Al día siguiente, tras hacer ejercicio en el excelente gimnasio del hotel y nadar en la piscina, fui a un par de lugares que quería visitar. Bukchon village es una parte de la ciudad en la que siguen en pie muchos edificios antiguos y tradicionales que están en uso todavía, desde residencias privadas a tiendas.

En la acera de enfrente de la central de la Hyundai Engineering Corp., a la vez que oleadas de trabajadores con corte de pelo militar, camisas blancas, corbatas estrechas, gafas de pasta, y fumando, cual salidos de Mad Men, salían del edificio, yo tomé un excelente porridge de ostras y setas en el primer “restaurante de porridge” que he visto  (porridge, como el de Hangawi, dulces recuerdos de NY que no olvidaré).

Había muchos sitois dedicados al té que me encantaron, pero los más notables fueron el patio del Museo de Bellas Artes Kyung-in, que unía galerías de arte y teterías al rededor de un precioso patio, y Teastory Beautiful Tea Museum.

Sorprendente el número de puestecitos de videntes al rededor de Tapgol park.

Luego me fui al hotel, me puse “el disfraz de pajarita”, representé mi papel con empresarios, dignatarios y ejecutivos de todo el mundo, acepté mi premio ("…para todos aquellos que saben que hay algo más que esto en la vida.."), y me fui a la cama. Por suerte el vuelo de vuelta fue en un  777-200 nuevo via Tokio y dormí desde Tokio hasta Alaska. También tuve tiempo de ver películas (vuelo de 12 horas, mucho tiempo): A Roma con Amor (Woody Allen con su fórmula comercial), Prometheus (podría haber estado mucho mejor), Moonrise Kindgdom (sí, la historia de mi vida con un final diferente), y 2001: Una Odisea del Espacio (uno no se cansa de una película que está sin duda entre las mejores de la historia del cine, llena de referencias folosóficas e intrepretaciones).