Desde postes inclinados hasta árboles arrancados de cuajo, tras el huracán Sandy hay muchos signos de destrucción en Nueva York.

Me tuve que quedar en el apartamento de Stepahnie (¡gracias de nuevo!) hasta el lunes, porque mi edificio seguía sin luz. E incluso, tras regresar la electricidad, el teléfono e internet tardaron dos días más en regresar.

Hubo mucha gente que no tuvo tanta suerte, con todos los hoteles a tope, y se tuvieron que quedar en casa durante días sin electricidad o agua. Oí que una mujer pagó más de $400 por una noche en el Gramercy Hotel, aunque tampoco tenían ni agua ni electricidad, simplemente porque estaba demasiado asustada como para quedarse en casa sola sin luz.

Así que cuando Stephanie se fue a la oficina, yo también me puse a trabajar: ayudando a otros repartiendo comida y agua en una de las “soup kitchens” (la de la calle 27). Símbolos de reconstrucción se podían ver por todas partes. Y eso es de lo que se trata el verdadero “espíritu americano” (no banderas ni elecciones): cuando todos se unen, de un modo bastante auto-organizado, para ayudar de corazón.

[Nota: las imágenes de esta entrada, excepto las de la galería de arriba, no las he tomado, ni descargado, ni hospedado yo; para la atribución completa, siga el código]

Mucha gente trataba de ayudar como podía. Desde grandes esfuerzos hasta pequeños gestos. Todo servía.

Y cando las cosas parecía que poco a poco regresaban a la más o menos normalidad, la tormenta invernal Athena llega y nos recuerda que la situación siempre puede empeorar, y que “Se acerca el invierno”. Miles de vuelos cancelados otra vez, nieve por todas partes… ¡bonito pero frío!