Ir de Baltimore a NY ha sido una pesadilla. Tenía un billete de regreso en tren para el 29 por la noche, pero fue lógicamente cancelado. Amtrak (compañía ferroviaria) me hizo una nueva reserva en el primer tren que salía de Baltimore (a las 03:45am del 1 de noviembre), y ya que los velos o autobuses no estaban operativos, lo acepté.

La amable señorita de la agencia de viajes me consiguió una reserva para un vuelo a La Guardia, pese a que había miles de personas intentando conseguir un asiento. Pero unas horas después el vuelo fue cancelado. Luego me consiguió otra a JFK. Pero ese vuelo también fue cancelado por la aerolínea horas después. Definitivamente es la mejor, más profesional y atenta agente de viajes que he conocido. Pero menos mal que tenía mi reserva de tren.

Unas horas antes de ir a la estación, recibo un correo electrónico comunicándome que mi reserva de tren había sido cancelada por Amtrak. Así que me paso exáctamente 3 horas al teléfono (llamando, seleccionando opciones, esperando, volviendo a llamar porque la línea se corta, empezando de nuevo…) intentando comprender qué había pasado y digerir la noticia de que no habría trenes a Nueva York hasta el día 5 de noviembre. Mientras tanto, veo que en la cuenta de twiter de un operador de autobuses (en casos de urgencia, el valor de los medios de comunicación y las redes sociales) anuncian que ¡retoman la línea Baltimore-NY el 1 de noviembre! Así que después de intentar hacerme con su sistema de ventas telefónicas, lo intento online. El sistema se caía, pero al final conseguí un billete, y luego otro incluso antes de alguien que había reservado demasiados.

Tras otra noche extra en el hotel, y tener que esperar bajo la lluvia al autobús, ¡por fin salgo de Baltimore! Escribo el inicio de esta entrada durante un atasco de más de media hora en un túnel por accidente, desde un autobús Bolt limpio, con espacio de sobra en las piernas, enchufes eléctricos, y wifi abierta libre y gratuíta. Es irónico que cuando llegue a NY no tendré esas mismas cosas en mi apartamento. Veremos qué ocurre.

[Nota: las imágenes de esta entrada no las he tomado, ni descargado, ni hospedado yo; para la atribución completa, siga el código]

Al llegar finalmente a Nueva York, veo con mis propios ojos lo fuerte que ha debido ser el huracán:

Me alegro de no haber llegado via tren (mira estas fotos) porque menudo desastre

como los túneles

y el aeropuerto

Así que por fin me dirijo a mi apartamento y tal y como me había avisado el sistema automatizado: no hay agua, ni electricidad (así que no hay calefacción, internet, luz, ni ascensor al piso 14… ¡por lo menos no vivo en el piso 50 como una que yo sé!). La empresa de suministro eléctrico Ed Con comunica “no sabemos cuánto nos llevará reiniciar el suministro, pero puede ser que tras el fin de semana”. WTF.

Subo andando los 14 pisos por la escalera completamente a oscuras, con la maleta, tiro lo que había en la nevera y el congelador a la basura, riego las plantas, hago una maleta de nuevo, y bajo andando por las escaleras.

Stephanie (gracias, gracias, gracias) me ofrece quedarme en su apartamento en el upper west side. Creo que no puedo ir en metro aunque al norte de la 40 hay electricidad y los metros funcionan. Grandes colas para coger el bus.

Una ducha caliente, tres gatitos ronroneando, dormir plácidamente… y tan feliz. Mañana mientras ella va a su oficina, será hora de que eche una mano a los que más lo necesitan.