La segunda semana de enero viajé a Lima (Perú) para una importante reunión de negocios. Fue un viaje duro: vuelo nocturno desde Nueva York, directo a la reunión, y vuelo de regreso por la noche. Pero no había otra manera de encajar el viaje en mi agenda.

Unos días más tarde volé con mi prometida a Valencia tanto por negocios como por motivos personales. Fue una semana nublada y “fría” (para Valencia de todos modos, porque 20ºC difícilmente podrían considerarse como “frío”, teniendo en cuenta que hacen -12ºC ahora en Nueva York ).

Me di cuenta de lo mucho que nuestra cultura y sociedad giran en torno a la comida. La comida es excelente y asequible. Lo probamos todo, desde la paella hecha en casa, al restaurante más sofisticado e interesante que he tenido el placer de probar: el maravilloso Restaurante Samsha. Realmente increíble.

También fue muy interesante observar las primeras palabras que ella aprendió en España: crisis, paro, corrupción, y ñam-ñam. Otra anécdota sintomática: nos invitaron a cenar en el Restaurante Rosmarino (del Hotel Westin, donde el Real Madrid CF y el equipo Honda se hospedaban esa noche), y había una mesa grande con menús personalizados para Bankia. WTF!

¡Estaremos de vuelta pronto!