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El 15 de junio nos despertamos en Juneau, capital de Alaska (la ciudad más grande y mejor conocida de Alaska es Anchorage, pero Juneau es la capital oficial).

Después del desayuno, asistimos a una proyección muy exclusiva de una película de animación de 7 minutos llamada “Destino”, una colaboración poco conocida entre Salvador Dalí y Walt Disney que comenzó en 1949, pero que quedó sin terminar hasta 2007, cuando Roy Disney decidió contratar a un equipo de animadores franceses para completarlo. Es una pena que los derechos exclusivos del galardonado corto de animación sean de Park West art galleries, que sólo dan una copia del DVD a los clientes que compren una de las caras litografías de edición limitada.

Alrededor del medio día desembarcamos para ir de excursión al monte Robert, y superar el camino “Perseverancia”. Nombre adecuado para una pareja muy perseverante. Caminamos por el bosque más hermoso durante varias horas, deteniéndonos sólo una vez en un precioso codo del río con agua pura y cristalina. Hacía bastante calor, con el sol brillando. Pero cuando pasamos en frente de una antigua entrada de una mina de oro, ¡el aire que salía de ella era más frío que si estuvieses delante de una nevera con la puerta abierta!

Conseguimos estar de vuelta justo a tiempo para una ducha, cambiarnos y abordar el catamarán St. Phillip para ir en un crucero en busca de ballenas jorobadas de noche. Aunque ya eran las 18:15h, el verano de Alaska recibe 18 horas de luz solar al día. El sol sale a las 4h y no se pone hasta las 22h.

En las 3 horas y media que duró la expedición, el oceanógrafo australiano a bordo del catamarán nos explicó muchas cosas interesantes de las ballenas jorobadas, mientras miramos por nuestros binoculares tratando de conseguir una visión de una ballena distante. Poco podíamos esperarnos que breves minutos tras zarpar, tres ballenas empezaron a nadar junto a nosotros, y poco después, nueve ballenas formaron un anillo y se lanzaron hacie arriba, fuera del agua, al mismo tiempo, soplando burbujas de aire mientras se acercaban, atrapando a los arenques y el krill en las burbujas, empujando para arriba, y tragando a medida que surgían del agua, en lo que se llama “captura mediante red de burbujas".

La emoción de todo el mundo a bordo era obvia, pues era un evento extremadamente poco común, que no mucha gente llega a ver. El oceanógrafo no podía creer lo afortunados que éramos. Pero incluso mejoró, ya que ¡lo vimos ocurrir tres veces!

Las gaviotas que vuelan por encima de la zona en la que la captura mediante red de burbujas estaba a punto de suceder, y los arenques tratando de nadar fuera del agua un segundo antes de que las ballenas salieran del agua hacían más fácil detectar y sacar fotos (lo siento por mis imágenes de baja calidad, conseguiré una cámara mejor la próxima vez) de este impresionante banquete.

La mayoría de las personas se sienten eufóricas después de ver un par de “chorros de agua expulsados por una ballena” o una “cola”. Nosotros nos quedamos absolutamente impresionados después de presenciar ¡tres capturas de red de burbujas seguidas! Esta excursión había sido recomendado por la Ocean Futures Society de Jean-Michel Cousteau. Y yo no podría estar más de acuerdo.