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Un vuelo muy temprano nos permitió ver la salida del sol sobre el skyline de Manhattan, perfectamente delineado como dibujado por un arquitecto, desde el aeropuerto de Newark.

En el aeropuerto de Vancouver se toman su arte indígena en serio, con grandes figuras de madera y totems por todas partes. Allí también se da uno cuenta de que es una ciudad orientada a los cruceros: las líneas de cruceros tienen sus propios mostradores en el aeropuerto, para llevar a pasajeros y equipaje directamente a su barco.

Después de un trámite de frontera rápido y fácil, el metro de la línea Canadá nos llevó desde el aeropuerto directamente al otro lado de la calle de nuestro hotel, el Opus. Un hotel de lujo y hip, donde disfrutamos de una suite ejecutiva de esquina, con todas las comodidades, como un iPad, un teléfono móvil local (Samsung Galaxy S IV), home theater, cocina, batines …

Pero no nos íbamos a quedar todo el día en la habitación, teniendo a Vancouver esperándonos. Así que nos fuimos paseando a Chinatown. Vancouver es una ciudad ideal para caminar o usar una bicicleta. ¡Al menos en el verano!

En Chinatown disfrutamos de la paz y la tranquilidad de los preciosos Jardines Chinos Clásicos del Dr. Sun-Yat Sen, elegidos por National Geographic como el mejor jardín urbano en el mundo.

Luego nos dirigimos a Gastown, una zona semi-peatonal muy agradable, con restaurantes y tiendas, hogar del famoso Reloj de vapor de Gastown (sí, un reloj accionado por vapor), y desde allí nos fuimos andando a la estación de Waterfront y Canada Place Way para ver el Pebetero Olímpico y la ballena “Lego”. Por el camino nos detuvimos a probar un manjar comida callejera (que nos acabamos de enterar que tienen una tienda en Nueva York): un perrito caliente “Terimayo Kurobuta” de Japadog! (sin duda algo nuevo y digno de degustación, elaborado con cerdo Kurobuta, salsa teriyaki, cebollas fritas, mayonesa japonesa y cubierto con algas), y escuchamos música en vivo en el hotel Fairmont. También visitamos por negocios el Four Seasons y el sorprendentemente agradable Hotel Georgia.

Por la noche disfrutamos de una cena muy agradable y temprana en la terraza del C Restaurant, frente al Club Náutico de False Creek. Marisco local y sostenible muy fresco. Descubrí el excelente vino blanco Gewürztraminer, y tomamos excelentes platos como vieiras con ravioli rellenos de guisantes, croquetas de médula ósea, ceniza de limón; bacalao al pincho con estofado de col rizada, ahumado y puré de alcachofas, almejas fritas y salsa romesco; y postre de limón (pastel con merengue de limón, mousse de limón, crema de limón, y galletas de mantequilla).

Maravilloso inicio de un viaje fantástico.