En el tercer día del crucero paramos en Civitavecchia (Roma).

Como regalo de agradecimiento a mis padres, organizamos tres furgonetas privadas con guías bilingües, que nos recogieron en Civitavecchia y nos llevaron a Roma.

Mucho se ha escrito sobre Roma, con sus ruinas arqueológicas, su arte, su vida urbana y carácter.

No teníamos mucho tiempo y el grupo era grande, incluyendo niños y una persona en silla de ruedas, así que empezamos en la Plaza de España, fuimos a Villa Borghese, uno de los parques más famosos de la cuidad, justo sobre la Piazza del Popolo. Desde la terraza de Pincio disfrutamos de preciosas vistas panorámicas.

Luego nos centramos en unos cuantos sitios clave, como el Moisés de Miguel Angel en la Basílica San Pietro in Vincoli, la colina de Aventine y su vista de S. Pedro desde la cerradura de los Caballeros de Malta, una visita guiada al Coliseo, y la Plaza de S. Pedro.

Por desgracia algunos de los monumentos sólo pudimos verlos desde la furgoneta para no perder el regreso al barco, como el monumento de Vittorio Emmanuel (Il Vittoriano – Altare della Patria, torta nuziale, o la máquina de escribir), Castel Sant‘Angelo, Fontana di Trevi (cerrada por restauración) o Piazza Navona.