Mi último día en Tokio comenzó con un error de novato total: mis teléfonos, ordenador, agenda y aplicaciones de viaje marcan diferentes horas (tengo que vigilar las horas de Nueva York, Valencia, y la hora local cuando viajo), por eso llevo un impresionante reloj atómico solar Casio que tiene hora mundial. Pero de alguna manera no tuve en cuenta la “línea internacional de cambio de día”, así que seguí comprobando la hora adecuada … ¡pero no la fecha!

Por casualidad, cuando estaba a punto de salir del Ryokan, la propietaria mencionó “¿va a hacer el check-out antes de salir a dar una vuelta?”.

– ¿Qué? – dije, sin entender si me estaba echando por contestar llamadas de conferencia en mitad de la noche, o si tenía las fechas equivocadas.

– Usted se va hoy, ¿verdad?

– Bueno, pensé que me iba mañana, pero ahora que lo menciona … déjeme comprobarlo … oh & $%@&%/!!!

Así que me fui a la habitación, hice la maleta, hice el check-out, dejé el equipaje en recepción, y decidí hacer el mejor uso posible de las pocas horas que me quedaban. Tenía el día previsto en dos secciones, cuando todavía estaba convencido de que me quedaba un día completo para disfrutar, así que tuve que elegir sólo una, y como de costumbre, se impuso el arte. Y ya que aún no había visitado la zona antes, pues a Roppongi.

Con el fin de ahorrar tiempo, me decidí a tomar algo para el desayuno de la máquina expendedora en la estación de tren.

– ¿Qué, a la máquina no le queda mousee de calabaza-chip de chocolate? Vale, este día no ha empezado bien. Y aquí viene el tren, bueno, tomaré arte para desayunar.

Incluso el cielo estaba triste y empezó a llover, por primera y última vez en mi viaje. Pero todo cambió cuando llegué a Roppongi.

Era demasiado para cubrir incluso en unos pocos días, así que decidí centrarme en lo más destacado: el Triángulo del Arte. Primero fui al Museo de Arte Suntory en el MidTownCenter, pero tenían una exposición monotemática de Vidrio de Bohemia que no me interesaba. Lo mismo con el 21_21 Design Sight: Exposición de carteles publicitarios. Como no tenía tiempo para ir vagando por las calles en busca de las muchas galerías del triángulo del arte (Art Unlimited, MA, T & G, Le Bain, Axis, Shonandai MIS, arte labo, etc), me dirigí hacia mi siguiente destino, el cercano Centro Nacional de Arte.

El Centro Nacional de Arte no me decepcionó. Tenían dos exposiciones: obras maestras del Musée d‘Orsay “El nacimiento del impresionismo”, que está muy bien, pero yo ya había visto esas piezas en París, y la exposición de arte de NIKA.

Con 100 años de antigüedad, la Asociación de Arte NIKA hace un par de exposiciones al año. Este fue el programa número 99 en el NAC. Tres pisos repletos (demasiado apretujados, en mi opinión) de Pintura, Escultura, Diseño y Fotografía. Toma sobredosis de arte. Yo estaba en el paraíso. Era tan refrescante, diferente, interesante. Me encantó. Tanto es así que adquirí una obra (fotografía en esta ocasión) del Centro Nacional de Arte de Tokio para mi colección.

Luego fui al tercer vértice del triángulo: el Museo de Arte Mori, en el piso 52 de la Torre Mori. Pero el Mori, me enteré, está cerrado por reformas hasta enero de 2016. Tienen una bonita tienda, pero tenía que seguir adelante.

Antes de salir para el aeropuerto había una cosa más que tenía que hacer: al lado estaba la sede de TV Asahi, productores, entre otros programas, de Doraemon y Shin Chan. Tenía que ir allí. Tenía que hacerlo.

En el atrio, entre el centro comercial y TV Asashi estaban celebrando la Semana de la cerveza belga, con música en directo y puestos de comida. Tentador. Pero yo estaba en una misión. Y fui recompensado con oportunidades de fotos y recuerdos que no se pueden encontrar en otro sitio. Mis hijos sólo van a ser pequeños por poco tiempo. Este es el tiempo para estas “tonterías”.

De vuelta al hotel, recogí mi equipaje para ir al aeropuerto, pero me di cuenta de que con todo ese arte, no había tomado desayuno, la comida más importante para mí. Así que fui a la esquina a comprar un Donburi y Sashimi por ¥ 500. Delicioso.

Lleno de energía, pero triste por tener la impresión de que había mucho, mucho más para ser disfrutado y descubierto, me fui hacia el aeropuerto, en el tren directo de línea KS con un pensamiento en mente. La próxima vez no voy a venir solo. Japón es demasiado impresionante como para disfrutarlo solo, y tiene que ser increíble compartirlo con un ser querido. Hay demasiadas cosas que me quedan para ver y hacer en Tokio: Koenji y Shimokitazawa, ZenyaRen “parque temático de comida”, Museo Ghibli, Museo Hara, Museo Watari, SCAI la Casa de Baños, el Monte Takao, Torre de Tokio, Gotokuji …; y muchos que quería repetir: Nakano Broadway, Omotesando, Meijingu-mae st, un Daiso, Cando, Donki, o Seria, Kiddyland …

Incluso la escena de restaurantes es impresionante: Tokio tiene 14 restaurantes de tres estrellas Michelin – la ciudad que más tiene en el mundo.

Más allá de eso, por supuesto, hay excursiones de un día que me encantaría hacer, como el Monte Fuji, Kamakura, Nikko, Yokohama, Kawagoe, Narita, Nagatoro, Monte Mitake o monte Nokogiri. Y otras ciudades, empezando por Kyoto hasta Okinawa.

Por desgracia, una experiencia que parece que no podré tener es un Onsen, debido a estar tatuado. Me pregunto dónde se bañan los Yakuza.

Así que voy a volver, y me encantaría volver con mi esposa e hijos. Puedo imaginar los ojos de mi hijo en el Robot restaurant o en Mandarake. O los de mi hija en Kiddyland. Tokio es la ciudad más segura del mundo. No tienes que preocuparte si pierdes la cartera: ¥ 3.000 millones en efectivo se devuelve a sus propietarios todos los años, y de acuerdo con estadísticas de la ONU, la tasa de homicidios de Tokio es un leve 0,4 por 100.000 personas – en comparación con una más “aterradora” 5,6 en Nueva York (que en NY consideramos super bajo y seguro).

Mientras tanto, veré la NHK World: Begin Japanology, Journeys in Japan, Tokyo Eye, Kawaii Internacional, y Kabuki Kool ^ _ ^