Debido al lanzamiento del módulo de biosensores de la solución de imagen y datos médicos de mi empresa, hace unos días la empresa Withings me envió un biosensor (wearable) Withings Pulse Ox, esfigmomanómetro BPM y báscula WiFi WS-30 para que los probara, y para realizar pruebas de integración de cara a unos proyectos nacionales que tenemos en a punto de firmar en Londres y Santiago de Chile.

Los tres vinieron en embalajes de lujo, y fueron relativamente sencillos de conectar y configurar, por lo menos para un “trasteador” (hay gente a la que le molesta que emplee como sinónimo “hacker”, que lo es) como yo.

La báscula WS-30 conecta por WiFi y envía el peso y el índice de masa corporal bien a “la nube”, bien a otra aplicación (datos accesibles vía API), y lo sincroniza con el teléfono, ya sea iOS de Apple o Android, como en mi caso, mediante su aplicación o conexión con aplicaciones de terceros.

El esfigmomanómetro BPM es uno de esos aparatos que los médicos colocan al paciente alrededor del brazo y se hincha para medir la presión sanguínea. En este caso igual, pero se acciona mediante el teléfono, y las mediciones se sincronizan inalámbricamente como he explicado con la báscula, aunque también existe la opción de emplear un cable USB.

Por último, el Pulse Ox es un dispositivo tipo “pulsera” o “reloj”, que muestra (según lo hayamos configurado) con cada pulsación de su único botón, el día/hora, medición de oxigenación en sangre (SPO2) y pulso, medición de cantidad y calidad de sueño, pasos, elevación y distancia. Es realmente ligero y agradable de llevar, sencillo de emplear, y me gusta su diseño.

Sin duda son excelentes dispositivos, y es muy de agradecer la apertura de acceso a datos que esta empresa, a diferencia de otras como Basis, ofrece.

No entraré a comentar las bondades o peligros de esta tendencia a cuantificar todas las actividades personales (aunque en mi caso sea por trabajo y con objetivo de ofrecer datos y seguimiento de determinados pacientes de un mod sencillo e integrado), lo que se ha dado por llamar “quantified self”. Lo que es indudable es que con la “internet de las cosas” (“internet of things” o IoT) no hay escapatoria de esta tendencia cuantificadora que algunos denuncian como “reduccionista” o incluso “deshumanizante” mientras otros ven en ello la panacea para resolver todo tipo de problemas. Así que prefiero centrar mis esfuerzos en intentar que si se ha de dar, sea de un modo accesible, abierto, integrado, interoperable, y con garantías de privacidad. Y en ello estoy (o más bien está mi estupendo equipo de desarrolladores).

El mercado de este tipo de dispositivos crece a toda velocidad, pese a que todavía no son precisamente baratos. Cada uno tiene ventajas e inconvenientes. Desde Intel a Apple pasando por Nike o Samsung, hay muchas multinacionales apostando que pronto todo el mundo llevará un dispositivo de estos en una forma u otra, aunque sea en el tejido de la camiseta. El último en llegar es uno que no me esperaba, y menos que lo hiciera tan bien: Microsoft, con su “Band”, que no sólo ofrece conexión desde dispositivos iOs, Android, y por supuesto Windows Mobile, sino que además dispone de sensores avanzados como lectura de pulso constante o GPS.

¡Esto se pone interesante!