LIMA del 26 al 30 de octubre

Tras el agradable fin de semana en Nueva York me reuní con mi amigo y compañero de trabajo Álvaro en Lima.

Siguiendo el consejo de nuestro amigo Jose Carlos que vive allí, nos hospedamos en el NM Lima Hotel, y fue un acierto, con una calidad/precio y ubicación muy acertados. Quizá la moderna decoración no encaje del todo, pero es de agradecer el esfuerzo que han puesto en ella. Aunque con “Halloween” a la vuelta de la esquina, la falsa tela de araña del ascensor nos obligaba a agacharnos cada vez que lo empleábamos.

Por supuesto lo más destacable de Lima es siempre su gastronomía. Comenzando con el sencillo Punta Sal al que fuimos a comer cebiche, tiraditos, chicha morada y delicia de chirimoya nada más llegar, la verdad es que disfrutamos como niños (gourmet) de la comida.

Por la noche fui con Álvaro al exquisito Lima 27. Precioso arquitectónicamente y con una decoración interesante, cenamos en la terraza platos impresionantes. No se puede describir con palabras, pero entre las fotos y la descripción os podéis hacer una idea: carpacio de langosta a la trufa, vieiras (las más increíblemente deliciosas que he tomado en mi vida) con salsa de hongos, etc.

Al día siguiente Álvaro salió con amigos suyos de Lima, y yo fui a cenar con Jose Carlos y Germán otro amigo que acababa de llegar de Chile. En esta ocasión fuimos al restaurante japonés Hanzo.

Lima tiene la segunda colonia japonesa más grande del mundo, fuera de Japón, después de Sao Paulo, con lo que los restaurantes japoneses de Lima suelen ser buenos. Este no es una excepción. Pese a que la carta no es muy original, la calidad de los platos es sorprendente. Incluso la arquitectura del edificio es muy interesante.

El último día fuimos a comer con Jose Carlos a Bravo. Y “¡bravo!” que se merece. Buenísima quinoa con atún y pescado del Amazonas con salsa densa. El postre que compartimos, a base de chirimoya, sorbete de mango y perlas de chocolate, “voló”.

Por la noche Álvaro y yo fuimos a Tanta, del más famoso chef peruano: Gastón Curio. Pese a que es un sitio “sencillo”, con una carta que incluye “sanguiches” (sandwiches), la verdad es que estaba todo muy rico y en su punto. Por lo menos mi pescado relleno de marisco y arroz.

Mención a parte merecen los zumos frescos y naturales que tomamos en todas partes, una de mis debilidades. En Lima se sorprenden de que en el resto del mundo tengamos que recurrir la mayor parte de las veces a zumos “de bote”, pero ¡no todos tenemos la fortuna de tener frutas tan deliciosas al alcance de la mano!

Para que no se diga, no sólo fuimos de turismo gastronómico. También trabajamos, con reuniones en Oracle, el Centro Nacional de Telemedicina, el primer proyecto de secuenciación genómica de Perú, o la renovación del mayor contrato de imagen médica en outsourcing de Latino América.

BOGOTÁ del 30 de octubre al 1 de noviembre

Nevertheless, the best meal we had was at a very interesting (although slightly “hipster”) and inventive restaurant nearby: El Ciervo y el Oso. ”Ciervo” (“deer” in Spanish) for vegetarian menu, and “Oso” (“bear” in Spanish) for carnivorous menu. Ha!

Bogotá no es tan violento y aterrador como lo era hace años. México o Caracas han superado a Colombia como un destino que da miedo. Pero cuando lo primero que ves al llegar a tu hotel es un impacto de bala en la puerta principal, te trae recuerdos de tiempos más temibles.

Aún más extraño fue el hecho de que los bogotanos se contagien tanto del espíritu de Halloween: todo el mundo se había disfrazado para la ocasión. Hasta el punto en el que tuve una reunión de negocios con una empresa de alta tecnología en un edificio de oficinas de cristal, y fui recibido por una “vampiro-policía” que me llevó a la oficina del Director, vestído como “Chucky-Frankenstein”, con maquillaje facial completo y ensangrentada hacha de goma incluidos. No fue fácil mantener mi concentración y tono de negocios.

De vuelta en el infame hotel, elegido puramente por la ubicación y no la calidad, me cambiaron a otra habitación debido a un problema de tuberías, lo cual también acabó con el problema del ruido increíble, ya que la primera habitación tenía una ventana que no cerraba y la segunda tenía una ventana que no se abría.

Pero la ubicación era realmente práctica para nuestro trabajo, con la ventaja añadida de estar muy cerca de la Universidad Javeriana, lo que significaba un ambiente muy juvenil y moderno y una plétora de lugares realmente asequibles para comer; estamos hablando € 3.5 por comida incluyendo dos platos, zumo de frutas recién exprimido, y postre.

Sin embargo, la mejor comida que tomamos fue en un muy interesante (aunque un poco “hipster”) e inventivo restaurante cercano: El Ciervo y El Oso. “Ciervo” por el menú vegetariano, y “Oso” por el menú carnívoro. ¡Ja!