En diciembre estuve en Valencia por motivos tanto laborales como personales. A parte de los siempre entrañables momentos en familia (en uno de los cuales fui sometido a una transformación artística empleando tanto mi cara como mi cogote como lienzo improvisado), hubo tres cosas que disfruté particularmente: la comida de navidad que preparé yo en la oficina para todo el equipo; probar, junto con mi padre y mi hijo, el Oculus Riff en la exposición sobre videojuegos del Museo Valenciano de Ilustración y la Modernidad [sic] (MuVIM); y una paella en casa de un agricultor de la familia en medio de la huerta valenciana.

De todos modos esa no fue la única paella que me comí. También disfruté de una paella en la playa con mis padres. Definitivamente, NY es una ciudad especial, pero lo que es comida, clima y sol, en Valencia no se pueden quejar 😉