25 de abril: para celebrar el cumpleaños de mi esposa y trasladarnos de Nueva York a Londres con estilo, nos embarcamos en el Queen Victoria de Cunard, un cruce (que no crucero) transatlántico de lujo (V509).

La noche anterior celebramos una cena de despedida con amigos en el restaurante White Street de Nueva York, que estaba lleno de famosos del mundo del cine, quienes han invadido Manhattan por el Festival de Cine de Tribeca; nuestra amiga Jill, que no pudo asistir a la cena, tuvo un bonito gesto enviando una tarjeta y una botella de champagne desde Washington DC. Al acabar pasamos la noche en casa de una amiga en Long Island (¡gracias de nuevo, Jennifer!).

El plan, ideado por mi esposa, la maravillosa Cruise Curator, es brillante: por menos de lo que cuesta un billete de ida en avión, trasladamos todas nuestras pertenencias (sin restricción de equipaje), y disfrutamos de unos días de relax y lujo. ¡Impresionante!

Al llegar a la zona de embarque con un Jeep y un taxi llevando todas nuestras pertenencias (30 piezas de equipaje en total), temimos que los portamaletas o algún representante de Cunard Lines pusiese objeciones a nuestra liberal interpretación de su política de “sin límite de equipaje”. Pero, al contrario, no sólo estuvieron encantados de cargar todo nuestro equipaje a bordo, sino que fueron tan amables de guardar en la bodega 24 de las piezas, para que sólo tuviésemos que alojar en nuestro camarote las 6 que necesitábamos. ¡Incluso subimos a bordo llevando a brazos una mesa en forma de jirafa, que tiene gran valor sentimental para nosotros, y las máscara venecianas hechas a mano que compramos en Italia para el baile de máscaras! 😀

Así, durante las próximas 8 noches, disfrutamos del Royal Court Theater, conferencias, una biblioteca, buena cocina …

La primera noche, considerando el hecho de que no dormimos lo suficiente la noche anterior, y estábamos cansados de tanto trajín con las maletas, para cenar más íntimamente y para celebrar de nuevo el cumpleaños de mi esposa, decidimos acudir al exclusivo y legendario restaurante Verandah. El chef J.M. Zinmmerman nos preparó los más exquisitos platos de la cocina francesa y los camareros estuvieron realmente atentos y amables. Una perfecta primera noche a bordo.

¡Adiós, Nueva York!

¡Ahí vamos, Londres!