Sábado, 2 de mayo, nuestro último día en alta mar. Nos levantamos tarde, pero aún a tiempo para tomar el desayuno en el restaurante Britannia. A las 10 am asistimos a una conferencia muy interesante por Aldon Ferguson sobre “Operaciones Encubiertas en la Guerra Fría”. Después de otro cambio de hora, tomamos un almuerzo seguido de una siesta inesperada.

Amablemente declinamos asistir al Show de Talentos de Pasajeros, y nos fuimos a la biblioteca, a ponernos al día con un poco de trabajo y devolver los libros que habíamos tomado prestados.

Antes de dirigirnos a la cena, hicimos las maletas y, como es habitual en los cruceros, dejamos el equipaje en la puerta para ser recogido por los porteros. Luego fuimos invitados por Cunard a canapés y una botella de Pol Acker brut Blanc de Blancs, con la que brindamos de despedida a este maravilloso cruce.

Por supuesto fuimos a la cena sin hambre, como de costumbre. Pero como siempre la cena era tan deliciosa que no importaba si teníamos hambre o no.

En el momento en que nos despertamos a la mañana siguiente ya estábamos atracado en Southampton, y nuestro chófer nos estaba esperando para llevarnos a nosotros y nuestro equipaje a nuestro nuevo apartamento, junto al Puente de Londres.

¡Aquí estamos, Londres!