El miércoles 20 de enero volé a Miami, en la parte superior de un double-decker, para una reunión rápida en el aeropuerto. Por desgracia, y como suele pasar, el retraso del avión, unido a la cola de inmigración, y a un atasco de tráfico en el que estaba mi cliente, hizo que la reunión no tuviese lugar.

De Miami volé toda la noche hasta Santiago de Chile.

Al llegar a Santiago, como siempre mi buen amigo y distribuidor me recogió del aeropuerto y me llevó al hotel a hacer el check-in, ducharme y cambiarme para ir a la primera reunión. Pero para mi sorpresa el hotel no me dejó hacer el check-in, pues era “demasiado temprano”. Por suerte mi distribuidor me permitió ducharme en su oficina, por lo cual le estoy tremendamente agradecido. ¡Menuda diferencia hace poder darse una ducha antes de una reunión, tras haber volado toda la noche!

La reunión con el cliente tuvo lugar en el edificio de oficinas más lujoso de la calle más lujosa de Santiago, justo en frente de la embajada española.

Me pareció de un lujo exhorbitante que mi cliente tuviese el centro de datos en la planta 18 del edificio. ¡Eso es lujo y lo demás tonterías! Pero parecen ser gente muy profesional, y saben lo que hacen.

La reunión fue muy bien, y me emplazaron a continuar las negociaciones al día siguiente.

Por la noche mi amigo me llevó a cenar con sus socios a un encantador restaurante llamado Ñuñoa, donde sirven comida típica chilena, pero elaborada de forma imaginativa y gourmet. No recuerdo el nombre de los platos o el vino que tomé, pero todavía puedo recordar el delicioso sabor de toda la cena.

Al día siguiente, y tras sufrir horas de conexión a la wifi hotelera más lenta que he probado en mi vida (hice un test de velocidad que dio 200kps), continuamos la reunión del día anterior, llegando a un acuerdo del que estoy muy orgulloso, pues se trata de la principal red de telemedicina de Latino América.

Por la tarde, tras una serie de eventualidades en su vuelo, nos reunimos con un eminente doctor que quiere poner en marcha una iniciativa de telemedicina con el Ministerio de Salud de Chile, y también ha elegido a mi empresa para llevar adelante el proyecto.

Otro vuelo nocturno (esta vez en un nuevo y flamante B787) me llevó a Dallas, donde tuve una conexión larguísima (benditas las salas VIP de aeropuerto), y por fin el vuelo que me llevó de vuelta a casa en Londres.