Durante casi un mes, entre mediados de diciembre y mediados de enero escapamos el cielo gris de Londres y fuimos a Valencia (España) para reunirme con mi equipo en algunas sesiones estratégicas, y estar con la familia.

Lo primero que hicimos fue comportarnos como turistas: jamón serrano, zumo de naranja recién exprimido, paella, o paseos por la playa.

Es fácil ver cómo se forman los clichés, siendo nada más que las tendencias reduccionistas del cerebro en la práctica.

Fue un mes muy agradable, una verdadera Navidad cálida, hecha aún más dulce con los niños y los gatitos revoloteando.

Recuerdos adorables que apreciaré el resto de mi vida: toda la familia en la cocina preparando la cena, disfrutar la selección de excelente pesacado en el Mercado Central de Valencia, cocinar la tradicional cena de Navidad de de mi empresa, mi esposa e hija bailando en un concurso juzgado por mi hijo, los niños “programando a papá-robot”, mi hijo creando un mundo virtual para que toda la familia pueda jugar juntos en nuestro servidor LAN, pasear por la playa en enero, disfrutar de mazapán casero, asistir al primer recital de piano de mi hija, superar a la multitud para desfrutar de una deliciosa taza de chocolate espeso con churros y buñuelos en Santa Catalina justo antes de ir al cine, llevar a los niños a un concierto de música clásica … recuerdos mágicos.