Al igual que sucedió con el sistema operativo, cuando migré de OSX a GNU-Linux Debian, he decidido volver a Emacs para la mayoría de cosas, desde publicaciones del blog a programación.

Hay muchas alternativas para hacer el trabajo, desde Atom hasta Sublime, pasando por InteliJ hasta Vim. Pero estaba buscando una combinación de FLOSS, extremadamente hackeable y con buen rendimiento (aunque los tiempos de inicio no son los mejores). Eso te lleva directamente a Emacs.

Han pasado tantos años desde la última vez que lo usé, que me había olvidado de la mayoría de sus atajos de teclado y peculiaridades. Pero poder modificarlo para que se ajuste exactamente a tus preferencias y la forma en que trabajas no tiene precio.

No es para los amantes del Drag-and-Drop (aunque sí tiene una GUI), pero definitivamente vale la pena probarlo si te gusta el control y la personalización absoluta: Emacs