Ya hemos dado cuenta de mil formas de “triunfar” en la música hoy en día. Por eso me pone del hígado el lloriqueo de los viejos rockeros del status quo. Hoy he recordado a Jonathan Coulton. Pasó de programador a “estrella del rock” en un año. ¿Su “truco”? Hiperespecializarse. Hace música geek. Puede que no sea la mejor, pero tiene un público fijo. Y le sabe sacar partido. Yo le compré un CD en Nueva York porque los firmaba y además se quedaba hablando contigo hasta que llegaba otro cliente, y como hablaba de programación y otros geekness, pues claro…

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Ni puta idea. Esa es la conclusión que uno saca tras analizar un par de noticias que, puestas juntas, dan risa. Por un lado los británicos, que no tienen la excepción de la Copia Privada en su ley de Copyright, a la luz de los datos de un estudio que demuestra que el 95% de la gente copia audiovisuales igual, aunque allí sea ilegal, se plantean si instaurar un sistema como el nuestro (con copia privada y canon).

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Me piden que participe en el debate online sobre la “Propiedad Intelectual” que, como parte de la sección “What do you think?” de debates online de la publicación “Working Knowledge”, ha organizado el profesor James Heskett, de la Harvard Business School. El debate pretende replantearse la “Propiedad Intelectual”. Pero la pregunta inicial ya me quita las ganas de participar: “Who Owns Intellectual Property?”

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Bill, del Consejo de Investigación Nacional de Canadá, envía un enlace a este artículo de Wired en el que se cita el estudio “Blogs and Military Information Strategy” escrito por James Kinniburgh y Dororthy Denning (sí, la misma que cuando era Directora del Departamento de Informática de la Universidad de Georgetown apoyaba al “Clipper Chip”) para la Joint Special Operations University (militares de EEUU) en 2006. Dicho estudio analiza el fenómeno blogger y el ejército (debate que trae cola: si son una pérdida de tiempo, un riesgo… o un arma).

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Según este interesantísimo artículo (recomiendo su lectura íntegra) de Hexview, el Sistema de Monitorización de Presión de Neumáticos (TPMS) de todos los vehículos modernos contiene un sensor (que mide la presión de la rueda) y un transmisor que se comunica con el ordenador de abordo mediante texto plano usando una frecuencia de radio (normalmente, 315MHz o 433MHz). No hace falta ser demasiado paranóico para entender que este mecanismo se puede emplear para monitorizar a cada vehículo (los TPMS llevan números de serie, por lo que es fácil identificar cada vehículo), o para poner multas.

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Foto de autor

Jorge Cortell

Viviendo

Senior Advisor en los laboratorios de innovación de Harvard University - Advisor en NLC

Cambridge, MA (EE. UU.)