Los recientes saqueos de Londres han llevado al Primer Ministro británico David Cameron a proponer al Parlamento la prohibición del uso de redes sociales “si se piensa que puedan estar tramando actividad criminal”.
No hace falta ser un analista político internacional, un gurú de las nuevas tecnologías, y ni siquiera un tertuliano, para entender que:
Los lugares en los que se produjeron los saqueos están directamente correlacionados con las zonas de mayor pobreza (relación no es causalidad, pero sí un indicador) como bien muestra este mapa.
Esta noticia que me envía Ana sobre la responsabilidad del gobierno japonés en un contagio masivo de hepatitis, lleva automáticamente a la reflexión sobre la responsabilidad del administrador público.
El gobierno nipón asumió su responsabilidad en los contagios de esta enfermedad que se produjeron entre 1948 y 1988, durante la campaña de vacunación. Deberá pagar millones de dólares en indemnizaciones, y para ello subirá los impuestos
¿Por qué ante la responsabilidad, los administradores públicos (de Japón, y del resto del mundo, que aquí no se libra casi nadie) se arropan el manto de “público” y pagan las multas con impuestos, y no van a la cárcel…, pero a la hora de los privilegios (sueldos vitalicios, dietas, gastos, chófer, secretaria, despacho, plaza de parking exclusiva en suelo público, jubilaciones millonarias, vuelos en primera, etc, etc) son “personales”?
El Dr. James Martin explica (Oxford Today, Vol. 23, Nº 3) que los humanos estamos vaciando los acuíferos, fundamentales para la agricultura. Sacamos de ellos 400.000.000 de toneladas diarias de agua más de la que entra por la lluvia. Eso son 25.000.000 de camiones al día (o sea, un convoy que le da la vuelta a la tierra 30 veces si se ponen uno detrás de otro).
Hemos pescado ya el 90% de todos los peces comestibles.
De todas las personas del mundo, tenía que ser Campanilla quien me diese la noticia ¡MUCHAS GRACIAS!
Aunque no todos los medios lo publican, cada vez más se hacen eco de la noticia, por fin se ve llegar la alargada sombra de la justicia. Por fin, después de muchos años, de recopilar mucha información, y de las filtraciones adecuadas y el apoyo legal correspondiente, cae Goliat.
Como debe ser, como mola, sin medallas, sin focos, sin palmaditas… pero con la gran satisfacción de, por fin, ver tras los barrotes (y lo que más les duele: ver sus cuentas congeladas) a quienes siempre debieron estarlo.
Fantástico análisis estadístico (que además incluye el acceso a los datos y a un motor de visualización con el que podemos jugar y descubrir muchas más conclusiones) sobre la evolución de los grandes éxitos de la música desde 1960 a 2010.
¿Algunas conclusiones?
Los éxitos se mantienen curiosamente estables a 120 BPM Los temas cada vez duran más Los temas cada vez tienen un volumen más alto Los temas que alcanzan el Top de las listas de éxitos se mantienen en ellas más tiempo Si esto mismo podemos concluir de los platos de restaurantes, la publicidad, los titulares, las relaciones interpersonales o la tecnología, que a nadie le extrañe lo que comentábamos ayer en un grupo de estudio de psicoanálisis: las “nuevas” “patologías” y “epidemias” deben ser analizadas en su contexto sociocultural.
Si este gráfico no te indigna, no corre sangre por tus venas.
Según la FAO, en un año el precio medio del trigo ha subido más de un 80%, el aceite y el azúcar más de un 50% y el arroz más de un 20%.
Puede que las sequías tengan algo que ver, pero no explican todo el asunto, y políticas como tasas extra a la exportación agrícola como las de Rusia, o destrucciones de “excedente” como las de la Unión Europea, sólo hacen que avivar una cuestión: ¿quién se beneficia de la escasez de alimentos básicos?