Yo era el primer escéptico sobre los microcréditos. Pero los números cantan: según comentó recientemente en la Romanes Lecture el Premio Nobel de la Paz de 2006, el Profesor Muhammad Yunus, su banco Grameen Bank de Bangladesh, en 25 años ha otorgado 7.000 millones de dólares a 7 millones y medio de personas, con una tasa de repago del 98%.
Entre eso y los negocios sociales quizá, quizá, se pueda cambiar la mala distribución de la riqueza en el mundo.
Chris Patten (Lord Patten of Barnes, Chancellor of the University of Oxford desde 2003, ex-ministro, ex-Comisionado de la UE, y ex-gobernador de Hong Kong), hablando de su último libro “What Next? Surviving the Twenty-First Century” en Oxford Today (Hilary Issue 2009) dice cosas tan sensatas como que pese a que no está a favor de la legalización del consumo de drogas duras, esa opción debe considerarse muy seriamente, y dejar de perseguir al consumidor penalmente para enfocarse desde el punto de vista sanitario (pues la población carcelaria por estos asuntos se ha duplicado, sin descender el consumo); como que hay problemas que se ven venir y no se está haciendo nada para prevenirlos (como el hecho de que 6 de los 7 grandes ríos que fluyen hacia China e India surgen de los Himalayas, donde el calentamiento global afectará y mucho, produciendo problemas y tensiones entre ambos países); o como que siempre será un estudiante.
Me envía mi chica unas frases de A. Einstein muy interesantes sobre la crisis (en general, cualquier crisis, incluída la del sistema financiero actual) [el resaltado es mío]:
“No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos.
La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura.
Antes de ayer estuve con mi chica en la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión. En cada puesto había un librero. A la mayoría se le notaba “de la vieja escuela”: poca atención al cliente, aspecto un tanto descuidado, y ensimismados en sus quehaceres.
Estos quehaceres fueron los que me llevaron a la reflexión. Sería fácil suponer que estarían tranquilamente leyendo. Pero no. ¿Qué hacían la mayoría?: Navegaban con sus portátiles y modems 3G.
La luz sobre los azulejos de la pared. Es en todo lo que se podía fijar.
No importaba la sirena de la ambulancia que todavía podía escucharse fuera. Ni las pisadas a toda prisa de médicos y enfermeros empujando su camilla. Ni el caparazón amorfo que tubos, sábanas manchadas de sangre, gasas, y demás, formaban sobre su cuerpo.
La luz sobre los azulejos de la pared. Es en todo lo que se podía fijar.
Estaba preparando el Manifiesto (pronto lo podréis leer), y de fondo tenía, como no podía ser otra cosa, esto (enlace por si no carga el reproductor embebido integrado -y si carga, selecciona la pista “MLK (rise again)”):
Música: “darkside” de Myron Davis
Mezcla: rx Letra: Creo que ya lo publiqué, pero Martin Luther King me emociona (igual que me emociona Imogen Heap con “Music is my blanket” vídeo y letras). Sus palabras son de 1967, pero siguen igual de actuales 42 años después.
Tener recuerdos está bien, es necesario. La memoria es fundamental. Pero no tiene sentido aferrarnos al pasado, o peor aun, vivir en él. Con frecuencia atesoramos objetos que automáticamente nos permiten o facilitan revivir sensaciones y situaciones que no volverán. No deja de ser una forma de engañarnos a nosotros mismos. Y si no los guardamos para eso, ¿para qué entonces?
Yo mantenía en un cofre más de 500 cartas de amor (y desamor, celos, nostalgia…) que me han escrito desde mi adolescencia hasta hace poco, desde Inglaterra, Alemania, Canadá, EEUU, Las Islas Cayman, Colombia, y España.