Creo que ya he hablado con anterioridad del libro “The Paradox of Choice: Why More Is Less”, del profesor de psicología Barry Schwartz (a veces llego a pensar que porque algo está en mi cabeza, instantáneamente llega a mi blog).
No le faltan oponentes y críticas, pero hay una cosa cierta: hay que estar preparado para afrontar “demasiadas opciones”.
Conozco a alguien en cuya vida se abre una oportunidad que podría parecer maravillosa para prácticamente cualquiera: con recursos suficientes, dedicarse a lo que quiera, viviendo donde quiera.
Todo ciclo tiene un final, y este es el inicio del siguiente. Como Carlos Sánchez Almeida, “cambio de trinchera”. Notarán mi acción desde otro lado, o no, pero no será mi nombre el que la firme. Lejos de la cobardía del anonimato del que teme, será la decisión del que actúa por la acción, y no en nombre de nadie, ni de él mismo.
Ha sido un honor disponer de su atención durante este tiempo.
Hay que centrarse en lo que permite avanzar. Y soltar lastre.
Somos una sociedad obesa, nuestro software se está convirtiendo en bloatware, en la radio sobran tertulianos, y de activistas de postín están llenas la red y las conferencias.
He decidido dar de baja unilateral a todo usuario que nunca ha posteado un comentario o trackback en este blog (perdón si sí lo has hecho y aun así te he borrado).
Desde hace unos días tengo otro blog. Anónimo. No os diré ni la temática para que no lo busquéis.
Hoy me ha entrado la curiosa sensación de serle infiel a mi blog. ¿Por qué posteo esto allí, cuando lo podría hacer aquí? ¿Es buena esta posible duplicidad? ¿Lleva a algo la compartimentalización?
La pluralidad se supone que es buena. Además, quien lea aquello puede que no esté interesado en leer esto, y viceversa.
Como explica brillantemente (como siempre) David Bravo en su blog, aportando pruebas, la ley que tiene tan indignados a los internautas, se debe a una cosa solamente: como la “Industria” no ganaba los juicios sobre páginas con enlaces y redes P2P, acusa a los jueces de aplicar mal la ley, y deciden quitarlos de en medio. Y todos a callar y a posar para la foto una vez más.
Yo ya ni me quejo.
En “The Evolution of God”, Robert Wright escribe a cerca de la evolución de “Dios”, desde el genocida que en el Viejo testamento reclama la masacre de los Amalekitas (“Ahora id y atacad Amalek, y destruid completamente todo lo que tienen, y no tengáis piedad. Matad a hombres, mujeres, niños y bebés” -1 Samuel 15:3), al “Dios” misericordioso que la Iglesia de San Pablo (que no del arribista político conocido como Jesús) nos intenta vender.
Tal y como explica Daniel Greene en el suplemento de fin de semana del Financial Times, 3 minutos antes de que vaya a tener un ataque epiléptico, su boa constrictor (que suele llevar alrededor de su cuello) le da un apretoncito que le avisa. Ya se sabía que las serpientes predicen los terremotos. Ahora vemos que también los ataques epilépticos. ¿No es hora de que hagamos más caso a los animales?