… mejor no intentarlo.
En una deliciosa carta, Einstein dice:
The word God is for me nothing more than the expression and product of human weakness, the Bible a collection of honorable, but still purely primitive, legends which are nevertheless pretty childish. No interpretation no matter how subtle can (for me) change this. … For me the Jewish religion like all other religions is an incarnation of the most childish superstition. And the Jewish people to whom I gladly belong … have no different quality for me than all other people.
Impresionante (por su capacidad para hacerme vomitar de asco y tristeza) estudio de Rob Nelissen y Marijn Meijers de la U. de Tilburg sobre la cuantificación de la importancia de las marcas de ropa en la confianza social.
Indispensable charla (subtítulos en castellano) en la que Michael Shermer explica porqué y cómo somos más propensos a buscar patrones que a analizar. [Nota: le sobra “cachondeíto escéptico” y el irrespetuoso último minuto y medio].
Aunque parezca que no, seguro que está relacionado con lo que expone Antti Ilmanen en su libro “Expected Returns: An Investor‘s Guide to Harvesting Market Rewards”.
Ya va siendo hora de que la ciencia meta sus narices en la religión, igual que la incertidumbre se ha abierto paso en la ciencia a través de la física cuántica.
… ¡¡NIÑOS!!
Pues si les contáis vuestras penas y pedís ayuda, crearéis codependientes.
Si no compartís con ellos lo que ocurre, generaréis una sensación de exclusión e incapacidad que se traducirá en miedo y aislamiento.
Si los erotizáis (como la nueva versión de Caperucita Roja, o los anuncios de Benetton), produciréis trastornos de la personalidad y problemas con la identidad, el vínculo y el apego.
Si los alimentáis en exceso o desequilibradamente, adelantaréis su pubertad y madurez sexual (¡hasta en una década!